Una comedia en off side
El choque de culturas y la batalla de los sexos son tópicos de carácter universal más allá de los regionalismos que los adaptan a las idiosincrasias de cada lugar. Con el fútbol y el folclore alrededor de ese deporte ocurre algo parecido cuando se recurre al trillado argumento de las rivalidades. El River-Boca característico de Argentina se reproduce en cada país, con equipos de características similares pero a nivel mundial se reduce a la disputa entre Argentina y Brasil, siempre desde la figura de los ídolos de otras épocas que resisten el paso del tiempo, Maradona y Pelé.
Decime que se siente, la venganza parte de esta premisa futbolera en el marco de una historia de infidelidades, donde la víctima es un brasilero y el victimario un argentino. El conflicto del protagonista no es tanto el hecho de haber encontrado a su novia con otro, sino que ese otro sea nada menos que un argentino. Por lo cual la idea de venganza surge de inmediato y se dibuja en un plan de devolver la misma gentileza con cuanta argentina se cruce en el camino.
La saturación de los estereotipos es un buen caldo de cultivo para salirse de la línea obvia, pero en el caso de esta ópera prima nunca se da el paso ni se prueba otra fórmula que la de la repetición, el chiste fácil y la exacerbación de la gimnasia de la pereza para encontrar nuevos aditamentos a los estereotipos.
No puede decirse sin embargo que esta película aplique en forma incorrecta la fórmula, por el contrario, cuenta con un buen puñado de personajes secundarios y buenos actores en cada rol.
La efectividad de los chistes es solamente responsabilidad de la pareja protagónica, dos dobles de riesgo que paradójicamente no se arriesgan al amor , y la apuesta a ciertos elementos genéricos que se apoyan en la estructura de la road movie para desviarse al ámbito estrictamente de la comedia romántica le suma un punto a favor.