El amor de una madre lo puede todo
El cine norteamericano es el único capaz de hacer de una historia pequeña y sencilla una aplastante película de acción, y la única tradición cinematográfica que entiende que el cine es, esencialmente, una máquina de entretenimiento espectacular, un artefacto artificioso de masas capaz de hipnotizar con su magia indiscutible.
Desaparecido, película dirigida por el español Luis Prieto, significa el regreso a la gran pantalla de Halle Berry, transformada en una supermadre imparable que lucha para recuperar a su hijo de las garras de unos impiadosos secuestradores. La actriz demuestra que está en forma y exuda talento en cada plano.
Si bien el director parte de una historia poco estimulante, logra transformarla en una máquina de acción rutera, con un envidiable pulso para manejar la adrenalina y el suspenso. La película tiene un ritmo trepidante y cuenta con pocos actores que se mueven en un escenario tan limitado como un vehículo, mientras marchan a toda velocidad como si se tratara de una Mad Max de la actualidad, aunque la película más presente es Duelo a muerte, de Steven Spielberg.
Karla (Halle Berry) es la madre de Frankie (Sage Correa), un niño de seis años. Ella está separada y trabaja de moza en un restaurante. Todo lo que tiene en la vida es su hijo. En una de sus visitas al parque de diversiones, ella deja a Frankie sentado en un banco para atender una llamada. Pero en un descuido, secuestran al niño. Ella alcanza a ver a los secuestradores, que suben a Frankie a un auto, y los empieza a seguir desesperadamente.
La primera hora de Desaparecido es una persecución automovilística que no da respiro, con situaciones cada vez más problemáticas que el personaje de Berry deberá ir superando, sin que nunca se quiebren la tensión y la magia. Esa hora es antológica, y quizás sea la persecución más larga y gloriosa de la historia del cine más reciente.
Si la película hubiera sido sólo esa persecución sería una obra maestra apabullante, pero en los últimos 30 minutos se va a un terreno que pertenece al terror y se convierte en una especie de slasher, o al menos coquetea con su atmósfera. Es en esta última parte donde se hace más patente su autoconciencia, el conocimiento cabal de la tradición y de los géneros que aborda. Merma la adrenalina, no la tensión.
Desaparecido es una desesperante road movie de suspenso, en la que también se destaca la efectiva música de Federico Jusid, que suena de fondo en todo momento para intensificar el suspenso.
Es también una demostración de lo que es capaz de hacer una madre por su hijo, y ahí es donde el artificio le da paso al realismo. Cualquier madre es capaz de incurrir en todas las inverosimilitudes del relato. Y eso es lo que comprende el director. El amor de una madre lo puede todo. Y el cine también.