SECUESTRADO.
Desaparecido (Kidnap) presenta en una breve escena inicial a la protagonista y su hijo. En la siguiente escena ellos estarán en un parque de diversiones y el chico será secuestrado. Ella ve como se lo llevan y comienza a perseguir a los secuestradores. De ahí en más la película no se detiene nunca y tiene un vértigo muy poco habitual en las infladas producciones de acción actuales. No hay nada de sustento excepto uno: el cine. Si alguien dice que pudo dejar de ver Desaparecido que me explique como lo hizo, porque los noventa minutos que dura la película son trepidantes. Más cerca de Reto a muerte que de un drama familiar, la película nos recuerda que el cine es eso: nada de bajada de línea ni largos discursos, solo imágenes en movimiento. Nada de la trama quiero anticipar porque espero que los espectadores se sorprendan como yo lo hice. Sé que hay muchas películas buenas dando vueltas (no la mayoría, pero sí bastantes) y no quiero decir que esta película va contra toda una decadencia general, pero sí quedar claro que hay algo puro, cinematográfico, lleno de energía, que hace que Desaparecido sea memorable. También puede venir a la memoria la película Celular, otro delirio trepidante e inverosímil. Sí, claro, no estamos frente a una película realista, por suerte. Los amigos de la verosimilitud a rajatabla y enemigos de lo no plausible podrán sentirse defraudados. Pero yo creo que esta película tiene destino de culto y hasta de película maldita. Esto es cine y con eso tiene bastante.