Zona de conflicto
Kathryn Bigelow vuelve al cine después de lo que fueron las dos películas que le dieron prestigio y la llevaron a cosechar premios y nominaciones como fueron Vivir al límite (The Hurt Locker, 2008) y La noche más oscura (Zero, Dark Thirty, 2012).
En la década del 60 la ciudad de Detroit fue epicentro de los disturbios generados por las diferencias raciales ya que la gente de color organizaba revueltas porque estaban cansados de la violencia que sufrían y los gobernantes enviaban más personal policial. Un 25 de julio de 1967 un suceso en el Motel Argiels termina en una violenta redada policial que deja como saldo tres hombres negros muertos, siete golpeados salvajemente y dos mujeres blancas que estaban presentes.
La historia real de los hechos sucedidos esa madrugada tiene tres protagonistas que estaban en el hotel: el guardia de seguridad de una tienda cercana Melvin Dismukes (John Boyega), el joven cantante Larry (Algee Smith) y el ex soldado Green (Anthony Mackie) quienes son sometidos por el racista oficial Klauss (Will Poulter).
Bigelow filma con una crudeza pocas veces vista la brutalidad a la que eran sometidas las personas de color y logra el cometido de hacer sentir incomodo al espectador. También mérito de la fotografía que retrata una ciudad en llamas. Además plantea desde un principio los problemas de los negros en Estados Unidos ya que la introducción es una animación donde narra las etapas por las que fueron pasando desde la esclavitud y su posterior abolición tras la Guerra Civil.
El guion de Mark Boal, que colabora por tercera vez consecutiva con Bigelow, logra reconstruir de la mejor manera posible pero tuvo que agregar datos o poner características de varias personas en un solo personaje ya que según indica la película no hay registros claros de los hechos. El personaje que Will Poulter interpreta magistralmente es una combinación de varios policías racistas que estaban presentes en el motel.
No solo la discriminación está presente sino que también se habla de la violencia policial y como la institución intenta cubrir los hechos de sus agentes hasta que finalmente explotan. Además de que la justicia no le garantiza el debido proceso a los negros.
Detroit es una película de casi dos horas y media por lo que es inevitable que se haga larga pero la recreación de época y el caso que cuenta es un llamado de atención ya que a cincuenta años las mismas temáticas se siguen repitiendo hoy en día.