Luego del arresto de la policía a un grupo de personas de color, en Detroit se dio el famoso caso de un disturbio que terminó convirtiendo el lugar en una zona de guerra. Dentro de todo este caos, veremos como un par de policías racistas de gatillo fácil, someten y maltratan a un grupo de miembros de la comunidad negra, solo por el hecho de que lo pueden hacer.
Kathryn Bigelow vuelve con otra película que no va a dejar a ninguno de sus espectadores indiferente, ya que una vez más, nos cuenta una historia de violencia e irracionalidad humana; centrada en un caso real; lo cual vuelve a Detroit, mucho más cruda de lo que es.
Lástima que esta idea se queda en eso, una premisa. Si bien los anteriores proyectos de Bigelow eran lentos, uno sabía que se estaba cocinando algo muy espeso y heavy de fondo, llegando al final no solo el clímax, sino una revelación que dejaba al espectador con un sentimiento símil a una patada en el estómago. Por desgracia, en Detroit esto no sucede.
Y es que el mayor pecado de Detroit es que tarda casi una hora en arrancar hasta llegar a la trama que de verdad nos querían mostrar. Hasta entonces vemos como se fue gestando el disturbio y el caos que se generó, poniendo en jaque a la ciudad. Esto es entendible, pero mientras tanto, poco y nada vamos viendo de nuestros protagonistas; y cuando finalmente los conocemos, ya poco podemos conectar con ellos, porque seguramente ninguno de nosotros se acordara de sus nombres.
Es una pena que el guión esté tan desbalanceado, ya que una vez que por fin conocemos a nuestros protagonistas y ellos a los antagonistas, Detroit pega un salto de calidad y se torna evidente quien está detrás de las cámaras; dándonos momentos de tensión puros, y con algunas actuaciones dignas de mencionar como lo son John Boyega o el casi Pennywise, Will Poulter.
Y sobre Poulter, queremos hacer una mención especial. Si bien su personaje es bastante cliché y es malo y racista porque sí, el actor se encarga de dotar de tanta personalidad a este odiable policía, que no van a pasar demasiados minutos hasta que queramos que alguien le rompa la cara o lo haga quedar como la mala persona que es.
Detroit termina siendo una película correcta, y atrapante; pero con el enorme problema de que se toma casi una hora para presentarnos la situación que quiere contar su realizadora; logrando que el espectador, hasta entonces, se la pase resoplando o mirando el reloj. Dependerá mucho de quienes la vean, si una vez pasada la larguísima introducción, se dejan llevar por la historia, o si por el contrario, ya quieren que la película termine de una vez, y olvidarla.