Uno podrá discutirle el estilo político territorial que caracteriza cada film a Kathryn Bigelow. Y está bien. Dejando de lado el costado ideológico, lo que no puede negarse es que es una gran directora y se ocupa de que sus películas, promuevan la discusión sobre hechos importantes en la historia americana.
De los que han pasado y fueron resonantes, por su actualidad ("Zero Drak Thirty") o este, que trae de los anales del recuerdo, suceso relevante para su nación que tuviera lugar en el verano de 1967 en Detroit. El tagline que promocionaba la cinta en USA era "It's time we knew".
Esto, ("es hora de que conozcamos"), y claramente define la propuesta de "Detroit": un relato directo, cuasi coral (de alguna manera) de los hechos que rodearon a la muerte de tres hombres de color en un edificio de la ciudad, durante los saqueos y tiroteos de la noche del 25 de julio de ese año.
Para narrar la historia, Bigelow se rodea de un interesante grupo de intérpretes de gran actualidad (Chris Chalk, John Boyega, Anthony Mackie y Will Poulter entre los más conocidos) y propone una mirada crítica sobre el accionar de las fuerzas de seguridad durante un grupo de difíciles días para Estados Unidos.
Sin entrar en consideraciones delicadas para hacer, podemos decir que la cineasta recrea una versión de los hechos descarnada, en la cual podemos ver, el brutal accionar de quienes estaban encargados de proteger a los ciudadanos, obrando con racismo y descontrol en un contexto donde la violencia, reina desde el primer momento.
La cinta está correctamente estructurada y sostiene su ritmo apoyada en esta situación de intranquilidad que se desprende de la naturaleza del relato.
Nadie está a salvo y cualquier cosa puede suceder. Las armas y los golpes se suceden, así como las irrupciones en los hogares de los ciudadanos, y los saqueos de comercios en las calles. La cuestión se veía mal, en ese año, y Bigelow la refresca para actualizar el debate sobre la importancia crucial de tener policía capacitada y responsable para actuar en situaciones de alta complejidad.
"Detroit" cumple, y se muestra como un film sólido, bien armado (en todo sentido!), cuyo punto débil es justamente, su previsibilidad.
No es nada distinto a lo que conocemos de Bigelow. Sigue los fundamentos de su cine y no arriesga desde lo cinematográfico. Se dedica a indagar en la historia de su país con relatos de personas reales, y emitir silenciosamente, una gran señal de alarma sobre ciertas cuestiones. Que debo decir, parecen regionales... Pero quizás no lo sean tanto... ¿No?