Para los chicos bien que estudian cine
El boxeador Marcos Wainsberg, conocido como el Inca del Sinaí, mató de un puñetazo a su oponente y ese hecho lo complica moralmente. En medio de esta situación, viene a visitarlo su ex novia. Diablo es una de esas películas que trabajan sobre los límites, acumulando personajes y situaciones hasta el clímax.
La película de Nicanor Loreti se organiza a partir de la propuesta del cine conocido como clase “B”, con las reestetizaciones a las que fue sometido aquel género original, cuyo efecto fue convertirlo en artículo de consumo que de los sectores populares pasó a élites cinéfilas cuasi intelectuales. Ese modelo violento en clave bizarra, intenta atraer con un conjunto de situaciones y personajes, que no necesariamente aportan a una narración coherente, sólida y unitaria.
Registros diversos de las actuaciones o de los escenarios rompen constantemente con la unidad, tanto como la estructura basada en secuencias y personajes que entran y salen de la casa del “Inca del Sinaí”. Poco más que algunos chistes que funcionan, personajes con algunos chispazos y sangre inagotable. Para los chicos bien que estudian cine, seguro que es una gran película.
NdR: Esta crítica es una extensión de la ya publicada durante el Festival de Mar del Plata.