Disculpas por la demora

Crítica de Isabel Croce - La Prensa

Hay deudas familiares. Todos tenemos una. Y otros las tienen con nosotros. El titulo del filme, alude irónicamente a ellas, En este caso, el director Shlomo Slutzky que con Daniel Burak dirigió la película se propuso saldar algo que pasó hace mas de 40 años con gente de su familia.

El primo hermano de su padre, el endocrinólogo, Samuel Slutzky, militante peronista, médico de campo de un grupo guerrillero en Taco Ralo, Tucumán, fue preso en 1968 y 1973, siendo secuestrado en 1977, torturado en el sitio denominado La Cacha y desaparecido durante el período del Proceso. Hasta aquí los hechos.

Dos criaturas, hijos de Samuel, fueron testigos del secuestro, Mariano y Alejandra, la pequeña de un año y medio y el niño, alumno de la escuela primaria. Posteriormente los chicos son llevados a Holanda con su madrastra en calidad de niños refugiados siendo ayudados por Amnistia Internacional. Allí se criaron y recibieron becas para sus estudios.

Los parientes de Buenos Aires, da a entender el filme, se desentendieron de ellos, más allá de algún tipo de ayuda monetaria a la que se alude en la película. Y aquí está esa "culpa" a la que remite el director de la película y que intenta saldar acompañando a aquel testigo del secuestro, ya adulto, su pariente directo, Mariano Slutzky, ahora periodista en Holanda. 

Shlomo, co- director del filme, con su cámara, acompaña a Mariano en el juicio a los asesinos, asiste a la noticia sobre un sospechoso de complicidad con el asesinato, refugiado en Israel y al enfrentamiento con los propios parientes de aquel chico que se consideró dejado a su suerte por los que compartían con él hasta su propia sangre. 

En este último punto reside la originalidad del filme. Todo lo que hace a los sucesos relacionados con juicios a represores del proceso del 76 han sido presentados en numerosas películas que aluden al tema de la memoria. Pero el enfrentamiento con parientes por culpas pendientes, que la mayoría atribuye al miedo por lo que podía ocurrirles a ellos mismos y su familia, replantea un tema tan ríspido como el de la responsabilidad de un hombre en épocas conflictivas. 
 
TIEMPO DE GRIETAS
A través del filme, con una cámara inquieta, que no sólo investiga a través de expedientes, sentencias, fotos fijas, citaciones, diarios y revistas, el espectador participa de juicios y homenajes a los que ya no están (escenas en el Parque de la Memoria y en la ciudad de La Plata) y a los reencuentros familiares que pocas veces trasuntan la calidez e integración a la que el director dice aspirar. Hay desconfianza en Mariano, aquel testigo-niño de la tragedia, que trata una y otra vez de indagar más allá del abandono en tierra extraña, cómo era su padre al que no alcanzó a conocer lo suficiente.

Filme que muestra que las grietas no son solamente actuales, que existen una serie de situaciones no resueltas en la vida argentina y especialmente en la vida diaria, en el seno familiar, campo de batalla virgen donde muchas cosas no fueron dichas. De muchos de esos ocultamientos, silencios y temores habla este filme.