Samuel Leonardo Slutzky fue un reputado médico platense de abierta militancia peronista, preso político entre 1968 y 1973 y desaparecido en 1977. Su hija, su hijo y su mujer se exiliaron en Holanda, soportando el destierro en soledad, sin ayuda alguna del resto de una familia que prefirió olvidarlos.
Décadas después, el periodista Shlomo Slutzky encontró vía redes sociales a un colega con su mismo apellido, Mariano Slutzky. Tratando de dilucidar si había un vínculo más allá del oficio en común, descubrieron que Samuel era primo hermano del papá de Shlomo y, por lo tanto, ellos eran primos segundos. Lo curioso es que a Shlomo nunca le habían hablado de aquel pariente desaparecido. Mucho menos del resto de la familia en Holanda.
Disculpas por la demora registra una suerte de intento de sanación familiar, a la vez que una búsqueda de justicia que trasciende el ámbito legal. El film comienza con el regreso de Mariano a la Argentina para, por un lado, prestar testimonio judicial en la causa por los delitos de lesa humanidad ocurridos en el centro clandestino de detención platense La Cacha. Pero también para saldar viejas deudas con quienes nunca se preocuparon por su suerte.
El film, codirigido a cuatro manos por Shlomo Slutzky y Daniel Burak, alcanza sus puntos más altos con las charlas en las que los diferentes puntos de vista de los familiares salen a la luz. Se trata, entonces, de una película sobre el difícilismo arte de la escucha. Los sentimientos contradictorios de Mariano, las palabras atragantadas durante años y la posibilidad de una reconciliación son algunos pliegues por los que transita este documental algo disperso en su narración, pero noble y genuinamente emotivo.