Desde Perú llega “Django: En el nombre del hijo”, el cierre de la trilogía Estreno exclusivo 21 de agosto en las plataformas Apple TV y Google Play. Lautaro Franchini Hace 1 día 0 22 El largometraje peruano, éxito en taquilla y última parte de la trilogía Django, se suma al nuevo catálogo de Apple TV y Google Play. Dirigida por Aldo Salvini, “Django: En el nombre del hijo”, es la tercera película del famoso asaltante de bancos. El 21 de agosto, la acción extrema estará a la orden del día. Por Lautaro Franchini. La cartelera rojiblanca ha triunfado con la trilogía del pistolero Giovanni Ciccia. Tras su aparición en 2002 con “Django: La otra cara” y su secuela “Django: Sangre de mi sangre”, en 2018, Salvini se da el lujo de presentar el final de la historia. La vara tan alta exige y cumple con una trama llena de armas, peleas y explosiones. Un toque de drama familiar y romántico complementan el relato. Al protagonista los años no le pesan, como un buen vino, cada año mejor. La venganza y salvar a su familia lo obligarán a escaparse de la cárcel nuevamente. “Tabique Doro”, El criminal de turno, involucrado en una red de trata junto a políticos y narcos, mantiene encerrado entre rejas al hijo menor de Django. Y para sumar más leña al fuego, la pareja del villano es Magda, la mujer que traicionó al fallecido hermano mayor del secuestrado. Con varias semejanzas a otras cintas del género y a pesar de no contar con grandes innovaciones, la película no pierde su encanto. El peligroso mundo sub urbano de las calles del barrio atrapan al espectador. El cierre del ciclo Django deja en el camino tres irreprochables películas que enaltecen el cine peruano y Latinoamericano. Puntaje 60/100. Dirección Montaje Arte y Fotografia Música Actuación Una nueva entrega de la trilogía Django. Esta vez, la última aventura del pistolero. User Rating: No Ratings Yet !
LO QUE IMPORTA ES LA FAMILIA Vamos a ser un poco justos con esta película: por cuestiones relacionadas con los raros caminos que ha tomado la distribución cinematográfica durante la pandemia de Covid-19, llega como estreno Django: en el nombre del hijo, que es la tercera parte de una trilogía peruana bastante exitosa por aquellas tierras. Con esto, confesar que no hemos visto las películas anteriores, por lo que no tenemos forma de relacionarlas entre sí, ni de que algunos giros nos provoquen la sorpresa con la que evidentemente fueron pensados. De todos modos la película de Aldo Salvini, consciente un poco del espíritu de producción en cadena que alimenta a Django: en el nombre del hijo, se toma el tiempo de aplicar algunos flashbacks que nos explican aquellas cosas que nos perdemos. Y ese es tan solo uno de los motivos que vuelven a absolutamente rutinaria a esta tercera entrega. El origen de Django es una película de 2002 que estaba inspirada en un personaje de la realidad, el ladrón de bancos Oswaldo Gonzales, alias Django. La secuela llegó en 2018 y explotó el costado de relato de acción convirtiéndose en un gran suceso de taquilla que llevó a sus creadores a pensar una pronta continuación. Y acá lo tenemos a Django, encarcelado, mientras le llegan informaciones del exterior sobre una banda narco relacionada con México y de los peligros que enfrenta su hijo adolescente, integrante de un grupo callejero dedicado al grafiti y el hackeo de celulares. Los primeros minutos de la película de Salvini hacen recordar a las ficciones carcelarias argentinas, onda El marginal. Un retrato sucio pero algo estereotipado que profundizará esa superficialidad una vez que avance hacia un universo de villanos y antihéroes al margen de la ley. Como en los relatos clásicos de mafiosos, el tema de la familia ronda el universo de este Django. Salvo que aquí el tono se acerca más al del culebrón televisivo: Django tiene a su hijo en situación de riesgo, quien a su vez busca al pequeño hijo de su hermano asesinado en la película anterior. Una de las líderes de la banda es, para completar el círculo, la nuera del protagonista. Pero más allá de lo kitsch que pueda parecer todo este mejunje delictivo-familiar, que incluye diálogos ridículos y actuaciones fuera de registro, Salvini busca un rigor formal en el surfeo por la superficie del policial negro y el film de acción que si bien consigue un aceptable aspecto de cine industrial, carece de aciertos formales o de puesta en escena para destacar: su película se ve bien, solo eso. Todo es rutinario y alargado, e incluso busca darle una impronta mítica a su protagonista, que no se sostiene ante lo azaroso que resulta su camino. Si Django es un genio del crimen, lo que hace no es demasiado inteligente y se salva más de casualidad que por otra cosa. Las ganas de Django: en el nombre del hijo por ser un gran espectáculo son más altas que sus posibilidades.
Acción genérica La tercera parte de la saga peruana Django:EN EL NOMBRE DEL HIJO. Una película de: Aldo Salvini, con Giovanni Ciccia, Brando Gallesi, Melania Urbina y Sergio Galliani. Continua una historia de acción que no tiene muchas virtudes ni se esfuerza por salirse del canon establecido), presentando una película simple y plana donde los clichés abundan. La película cuenta la historia de Django (2019), sigue a un ex asaltante de bancos, que decide fugarse de prisión para salvar a su familia, enfrentándose asì a la realidad fuera de la cárcel y los problemas con su hijo menor. La direcciòn no logra hacer la diferencia, teniendo momentos donde las transiciones son buenas y dan fluidez y momentos donde el montaje marea y la acción no se entiende realmente. Además la película cuenta con una fotografía regular y actuaciones normales, nada sale de la norma y los errores se notan mucho más. Cumpliendo con los estándares técnicos, Django cumple con lo prometido, sin embargo, no se caracteriza por una innovadora narración. Por otro lado, la trama es simple y predecible. Aunque aferrarse a los clichés no sea un error, la dirección no acompaña y es floja. "Django: En el nombre del hijo es una película regular que acepta su simpleza y no busca sobresalir, constituyéndose en una película de acción más."
Es la tercera de una saga muy exitosa en su país de origen, Perú, donde existió un famoso ladrón de bancos que tomo su apodo de los spaghetti western. Con el mismo protagonista envuelto en una trama de venta de drogas, de niños, de adolescentes, en un ambiente de constante violencia y corrupción policial, con guerra de traficantes, captación de niños violentos y otros ingredientes que pueblan las miniseries latinas en distintas plataformas. Un contenido melodramático con muchos giros en su trama, un clima de constante nervio e insulto, con todos los modismos repetidos hasta el cansancio, en una extensa entrega, que da la sensación de una miniserie resumida. Las escenas de acción están bien filmadas y tiene elementos muy vistos en videoclips. Hombres muy malos, villanos de toda calaña, mujeres muy vistosas y violentas, y algunos personajes buenísimos secundarios siempre muy apegados a la religión. Compendio de lugares comunes del género pero con un ojo muy comercial para convertirse en éxito, de hecho fue la película más taquillera en su Perú.
Por un puñado de dólares Por esas cuestiones raras, rarísimas, de la globalización y la pandemia, se estrena localmente Django: En el nombre del hijo (2019) de Aldo Salvini, tercera entrega de una saga que toma como inspiración clásicos americanos del cine de venganza y carcelarios para aggiornarlos a un Perú atravesado por la corrupción policial y gubernamental y las drogas. Django (Giovanni Ciccia) está tras las rejas, y se lo presenta como una mezcla regional de Sylvester Stallone, Charles Bronson y Franco Nero. Dentro de la cárcel se mueve como pez por el agua, liderando silenciosamente y haciendo notar su poder y fuerza cuando lo provocan. Cuando se entera que su hijo (Brando Gallesi) se mueve entre criminales de medio pelo, siendo uno más de un grupo de adolescentes que roban por monedas y asesinan a quien se niegue a entregar, decide que es hora de salir, como sea, para protegerlo, ya que es el único familiar que le queda con vida. Pero no será tarea fácil, por lo que tendrá que unirse a los “villanos” de turno, aparentar su alianza con ellos y así ver si puede, de una manera u otra, rescatar al joven. El principal inconveniente de una propuesta como esta, radica en su intento de emular productos foráneos y copiar estereotipos y estructuras añejas del cine, de un género que en el último tiempo se multiplicó más en televisión, con las narco novelas latinoamericanas y propuestas locales como El Marginal, que encuentran en la exacerbación de rasgos ideológicos sobre la delincuencia una manera de canalizar falsas ideas sobre aquello que está bien y mal en la sociedad. Apostando a una opulencia visual para los exteriores, tomas aéreas, extensos travellings callejeros, en el encierro de las escenas más dialogadas, y en las que se intentan explicar las vueltas por las que Django y su familia han pasado, se demuestra la debilidad de una cinematografía que no está preparada para enfrentar la historia con una producción a la altura de las circunstancias. El guion, apunta a frases grandilocuentes, que en la boca de personajes marginales e hiperbolizados, no hacen otra cosa que resentir aún más la extensa trama de la película. “Matar a alguien no es un juego”, “no se pierde a un hijo solo con la muerte”, palabras de manual de autoayuda que resuenan en cada escena y que en vez de generar empatía alejan aún más a los espectadores. Se habla del personaje central como “la leyenda”, se sugiere que es un tipo con “códigos”, pero en el devenir de la progresión dramática poco y nada se ve de ese “héroe”, ladrón, hombre de palabra, que las circunstancias de la vida lo han llevado a un lugar que supuestamente no merecería estar y que en el fondo es el más bueno de todos. Malos malísimos, policías corruptísimos, mujeres que se dedican a prostituir jóvenes, drogas, vicios, violencia de género, todo exagerado para que ese personaje central sea santificado y elevado a la categoría de mártir por su familia y por su pueblo. Una película que llega huérfana de sus predecesoras pero que aun así puede entenderse el objetivo al que apunta, espectadores educados visualmente por la televisión que necesitan una prolongación de sus series preferidas en la pantalla grande.