Un grupo de mujeres superan, con esfuerzo y sororidad, los obstáculos que la vida les puso enfrente. Pese a algunas cuestiones que afectan la propuesta, no hay más que entender que muchas veces el mensaje supera aquello que presenta.
Un largo documental de Damián Leibobich que primero centra su atención en mujeres grandes sobrevivientes el cáncer de mama. El descubrimiento del ejercicio de remar que ayuda como un drenaje linfático para los post operatorios, transforma a un grupo de mujeres en entusiastas remeras en los lagos majestuosos del sur. Después descubrirán un mundo que tienen que ver con unas embarcaciones orientales llamadas dragones, que son perfectas para sus prácticas y que les descubre un mundo de competencias deportivas. De ese entusiasmo por conseguir las embarcaciones y como se transforman de sobrevivientes en una suerte de guerreras se nutre lo mejor de este trabajo, con una épica notoria. Luego se mete en las oscuras aguas de discusiones de egos y ventajas que dividen tanto entusiasmo y se hunden en miserias humanas demasiado detalladas, plagadas de enfrentamientos que no contribuyen demasiado con el material y lo alargan innecesariamente.
Durante los 111 minutos que dura el documental, veremos al grupo de mujeres pasar por diferentes etapas; desde momentos de comunión y luchas en las que se prestarán apoyo mutuo, a las situaciones más difíciles en las que las rupturas se volverán inevitables para terminar enfrentadas y elejarse definitivamente. Si bien puede decirse que en el documental ocurre prâcticamente de todo, “Domadoras de dragones” resulta en un retrato de la fortaleza de un grupo de mujeres que remará por una nueva oportunidad, y que tarde o temprano logrará “domar” ese dragón para empoderarse y volver a sentirse vivas en la tragedia personal, que en el fondo, también se vuelve social. Las mujeres “domadoras” encontrarán en el remo un lugar seguro que las llevará mucho más lejos de lo que se imaginan. El remo en bote de dragón se volverá su forma de vida, y su vida, se volverá el remo, siempre en comunidad.
Mujeres con garra y valentía. Domadoras de dragones (2022) es un conmovedor documental dirigido por el realizador argentino Damián Leibovich. Sus protagonistas son un valiente grupo de mujeres que pudieron superar el cáncer de mama y gracias a la práctica en conjunto de remo en bote dragón, una disciplina náutica de origen chino y cuya técnica ayuda a prevenir las linfedemas que se pueden producir en los brazos después de una operación contra el cáncer, sienten un nuevo renacer en sus existencias. Esta travesía comienza en la ciudad de Bariloche y nos mostrará a las diferentes participantes aprendiendo la técnica marítima de remo en bote dragón. Ellas son sobrevivientes en busca de un camino de superación. Pero lamentablemente apenas comenzada la travesía se encontrarán con varias trabas. Como todo deporte amateur es costoso, solamente cada bote cuesta u$s12.000, más los gastos por accesorios, chalecos salvavidas y otros elementos necesarios. En algunos tramos del documental se relatan la tensión y angustia por parte del equipo, que tendrán que enfrentar a la burocracia del estado, que no le brinda desde el principio ningún tipo de ayuda. Finalmente, tras llevar a cabo una campaña de difusión de su tarea deportiva y de rehabilitación, tanto el gobierno de la provincia de Río Negro, como el Club Regatas de Bariloche les otorgó una importante donación y un espacio libre dónde poder entrenar. La idea para realizar este documental nació en el año 2017 cuando su director Damián Leibovich, quien se desempeña como realizador audiovisual de contenidos en la Universidad Nacional de Río Negro, se enteró por una colega de la existencia de la práctica del deporte y que sus participantes eran todas mujeres que superaron el cáncer de mama. Mientras algunas mujeres tomaban la práctica de remo dragón como un lugar de encuentro, interacción y amistad, en cambio otras pensaban en competir profesionalmente en diferentes partes del mundo y hasta crear una asociación que regule la actividad en nuestro país. Estas diferencias serán el punto de conflicto entre estas mujeres, que serán acertadamente retratadas por el realizador en el documental. Disparidades o desacuerdos que pueden aparecer en cualquier trabajo en equipo o grupal. Unas, tiran para un lado. Otras, para el contrario. Situaciones normales de la vida misma. Quizás la parte más emotiva del documental sea escuchar y ser testigo de la lucha de estas mujeres tan valientes que han enfrentado a la enfermedad con garra. El miedo, la tristeza y la espera de un mejor diagnóstico de vida las cambiará para siempre. Se filmaron entre 60 y 70 minutos de testimonios que aparecen diseminados en un trabajo que ronda una duración de 111 minutos. Estos viajes en los botes dragón serán fundamentales para la recuperación física y emotiva de este grupo de mujeres. La figura del dragón ocupa aquí un lugar metafórico acerca de la esperanza y la superación. Domadoras de dragones fue coproducida por la Universidad Nacional de Río Negro y tendrá funciones en CABA del 9 al 15 de marzo en el Cine Gaumont (Av. Rivadavia 1650, CABA), realizando luego estrenos en diversas salas INCAA del país y en la plataforma CineAr.
DEMASIADA TELENOVELA Si en la ficción que era Forajidos de la Patagonia, Damián Leibovich había encontrado, aún con desniveles, una fusión estimulante entre el cine de aventuras y el western, en Domadoras de dragones, por más que sea un documental, realiza una apuesta similar, de mixtura de tonalidades. Pero acá los resultados son muy fallidos, con una narración partida en dos, que nunca encuentra un equilibrio entre los elementos que despliega y que termina agotando al espectador. El film se centra en un grupo de mujeres sobrevivientes de cáncer de mama que deciden conformar un equipo de remo en bote dragón, una disciplina con un fuerte desarrollo en Asia y que es recomendada para quienes atraviesan tratamientos contra la enfermedad, dados los beneficios que otorga. La primera mitad narra ese encuentro grupal, el progreso individual y colectivo, y la eventual participación en diversas competencias, con un abordaje mayormente dramático -aunque con algunos toques de comedia- en el marco del género deportivo. Son unos cincuenta minutos interesantes, aunque contados sin mucho vuelo estético, un poco a las apuradas, unos cuantos subrayados y con una banda sonora que busca la épica, pero que se torna invasiva, restando incluso dramatismo en los momentos decisivos. Pero lo peor viene al ingresar en la segunda mitad del metraje, que indaga en las crecientes tensiones de las integrantes del grupo de remeras. Todo se convierte en una sucesión de testimonios a cámara donde cada una de las protagonistas parecen pasarse facturas y rencores acumulados con un nivel de histeria que recuerda a las internas del gobierno nacional. Domadoras de dragones pasa entonces de la épica deportiva y la reflexión sobre el trabajo en equipo al melodrama telenovelesco, convirtiéndose en un relato enredado, cansino y, finalmente, agotador. No se entiende realmente cuál es el sentido de adentrarse en las contradicciones y hasta miserias de cada una de las mujeres: no hay aporte alguno al foco central del documental y encima el quiebre en el tono es sumamente abrupto. Quizás Leibovich, en el medio del trayecto, se quedó sin nada constructivo para contar y pasó a interesarse en explorar cómo los egos y desencuentros pueden destruir los objetivos de un emprendimiento determinado. Pero esa exploración cae en un miserabilismo inconducente, que además entra en contradicción formal y narrativa con una puesta en escena que igual quiere sostener una épica que se derrumba rápidamente. Si al principio Domadoras de dragones amagaba con ser un documental discreto, su segundo tramo la arrastra, lamentablemente, a una mediocridad irremontable.