Basado en la novela homónima de Adolfo Bioy Casares, Alejando Chomsky realiza una película de una Buenos Aires a mediados del siglo XX donde intenta retratar la imposibilidad de la relación amorosa a través de elementos fantásticos. La Nouvelle Vague apareció en Francia para combatir a los cineastas que hacían adaptaciones literarias solemnes de grandes literatos. A partir de ese momento el cine cambió para todos y para siempre. Para todos menos para Chomsky parece, que, siguiendo con el perfil de Pantalla Pinamar, hizo una película que atrasa treinta años donde se escucha mal, se ve mal, se actúa mal y se dirige mal. ¿No se entero Chomsky que existen quince años de nuevo cine argentino donde las películas son técnicamente impecables? No hay planos generales abiertos en la película para mantener “contenidos” a los detalles de época, eso si, hay un plano cenital de Parque Chas desde el Google Earth, ¿contradicciones? No, solo mamarracho. Como las “subjetivas de los perros” que tomaban almas humanas. Un cine argentino rancio que recuerda a su peor época, el cual debemos combatir para que no vuelva a aparecer.