Pesada carga la que tiene sobre sus espaldas quien quiera trasladar la obra de Bioy Casares al cine. Los textos del gran escritor argentino (perdón, borgianos) parecen tener un aura de densidad compleja de poner ante cámara. En ese sentido, el film de Alejandro Chomski no escapa, en parte, a esa maldición, aunque a medida que avanza en el relato logra sortear más de un escollo.
Quizá podamos tomar a El sueño de los héroes, de Sergio Renán, como referencia basal en esto de adaptar la obra de Bioy (dejando de lado a Lost, claro). En ese sentido, y salvando las distancias entre uno y otro film, puede que este trabajo de Chomski no descolle, pero ha sabido meterse en el espíritu de un texto difícil y que al entrar de lleno en el terreno fantástico retuerce aún más la labor de la adaptación. Sobre todo para el cine argentino, poco adepto a todo aquello que bordee al sci-fi.
La historia gira en torno a un hombre gris (Luis Machín) preocupado por la salud mental de su mujer (Esther Goris) y que acude a un centro psiquiátrico en busca de ayuda. Pero la solución, lejos de ser tal, se transforma en problema mayor cuando el sufriente esposo nota que su mujer ya no parece ser ella. "Nunca me había hecho un fellatio", remarca como para dejar en claro que las cosas ya no son lo que eran. Sin embargo, habrá más para el derrotero de nuestro antihéroe de turno, quien parece destinado a mucho más que lidiar con una amante que se le hace extraña.
Chomski hace que su película aumente en interés y certeza a medida que avanzan los minutos, pasando de una inicial sensación de film al viejo estilo (o de perfil anticuado, de amarillenta usanza narrativa) a una bienvenida fluidez entre los personajes, sobre todo cuando el psiquiatra que compone Carlos Belloso se cruza con el fatídico hombrecito gris. En ese sentido, es destacable el trabajo de Esther Goris y lo del propio Machín, no así la performance de Florencia Peña, con un personaje que no luce, que pese al lugar relevante que ocupa en el texto escrito, aquí podría haber quedado afuera por su falta de escencia y atractivo.
Con los últimos minutos del film llega el clímax, muy bien logrado, contando con una historia circular que, vale el subrayado, crece en interés conforme el avanza el metraje, lo cual fue bien aprovechado por un director que supo interpretar la obra de un escritor que parece abrir a sus adaptadores sus pesadas puertas solo de vez en cuando. Quizá esta sea una de esas ocasiones.