La violencia está en nosotros
Western moderno y revisionista con un elenco internacional encabezado por el mexicano Gael García Bernal y la brasileña Alice Braga, El Ardor fue rodado en la selva misionera más profunda y describe la historia de Kai, un (anti)héroe solitario con algo de chamán, que decide enfrentarse a tres mercenarios (Claudio Tolcachir, Jorge Sesán y Julián Tello) que trabajan para poderosos intereses que apuntan a incendiar la zona y a atacar a los pequeños campesinos (que se dedican sobre todo a la explotación tabacalera) para quedarse cada vez con mayores extensiones de tierra.
Más allá de que pueda leerse como un manifiesto “políticamente correcto” en su mirada ecologista que condena la deforestación de zonas vírgenes, El Ardor retoma el eterno conflicto entre naturaleza y civilización, entre tradición y modernidad, oponiendo las leyendas ancestrales de la zona (hay algo en este sentido del cine del tailandés Apichatpong Weerasethakul) al avance del capitalismo más salvaje con las topadoras de empresarios codiciosos y de cazadores a sueldo con sus machetes y sus balas.
Si bien hay algunas zonas del relato donde la tensión se diluye y resiente frente a un existencialismo algo torpe, el talentoso director de El asaltante y La sangre brota (ambas también presentadas, como esta, en el Festival Cannes) apuesta con criterio y convicción al cine de aventuras en la línea de La Reina Africana; al western que explora (y pone en cuestión) la figura del héroe (con homenajes evidentes a cultores del género como John Ford y Clint Eastwood); a la crueldad del hombre y de su entorno en la línea de Deliverance/La violencia está en nosotros, de John Boorman; a una subtrama romántica (con escena de sexo bajo la lluvia incluida entre los personajes de Bernal y Braga al borde del cliché); a algunas explosiones sangrientas propias del género gore (hasta se apela al recurso de la motosierra); y a múltiples elementos ligados al clasicismo narrativo que desembocan en un apoteósico y épico duelo final.