El paisaje protagoniza atractivo western criollo
En "Shane, el desconocido", el director Georg Stevens convertíia a Alan Ladd en una especie de cowboy caído del cielo para equilibrar una situación injusta. En un momente este cowboy-angel se batía a duelo con un ominoso Jack Palance demoníaco. La fórmula, con sus elementos sobrenaturales más marcados, también fue utilizada por Clint Eastwood.
Pablo Fendrik, director de "El Asaltante" parece anotarse en ese tipo de western con toques esotéricos, sólo que tiene la originalidad de situarlo en tiempos contemporáneos y en un ambiente totalmente distinto como el de la selva misionera. Un convincente Gael García Bernal es el misterioso desconocido que aparece para balancear la situación injusta, cuya víctima (en una gran actuación) es Alice Braga, acosada por unos mafiosos decididos a quitarle sus tierras.
En la época del cine digital lo que más y mejor llama la atención de "El ardor" es que se trata de una producción casi totalmente filmada en exteriores, y la esencia de la película es capturar el paisaje donde transcurre la acción. Más allá de que las escenas de violencia tienen clima, están bien filmadas e incluso por momentos alcanzan verdadera espectacularidad, lo que hay para destacar por sobre todo es el uso de paisaje como auténtico protagonista. La fotografía de Julián Apezteguia logra imágenes brillantes, sacándole el máximo provecho a cada elemento selvático que pueda ser utilizado a favor del impacto visual (y obviamente también del drama y la acción).
Con respecto al guión, la verdad es que el ritmo no siempre acompaña las imágenes, y por otro lado las derivaciones políticamente correctas de la historia a veces se vuelven un tanto redundantes, por ejemplo el subtexto ecológico.
Pero a pesar de estos detalles, sólo el uso del paisaje, el formato de western contemporáneo y autóctono, las buenas actuaciones y las sólidas y a veces imaginativas escenas de acción bastan para recomendar "El ardor".