“El arte de la guerra” resume las luces y las sombras del particular universo de Wong Kar Wai, uno de los directores más elogiados de las últimas décadas. El realizador de “Happy Together” y “Con ánimo de amar” se inspiró esta vez en la biografía de Ip Man, el maestro de Bruce Lee, antes de que se convirtiera en el mentor de la estrella de las artes marciales. La historia comienza en los años 30, en el sur de China, cuando reinaban las peleas entre los distintos estilos de kung fu, hasta que después estalla el drama de la ocupación japonesa. Sin embargo, esta no es una biopic convencional, y tampoco es una película de artes marciales propiamente dicha. Wong Kar Wai se concentra más en la filosofía que envuelve al kung fu, y cómo ésta marca a sus personajes. El director termina imponiendo su estilo, para bien y para mal. “El arte de la guerra” es visualmente impactante: las peleas son pequeñas películas mudas en sí mismas y algunas secuencias son para coleccionar. El hongkonés también hipnotiza con esa delicada tensión erótica que flota entre sus protagonistas, otro amor imposible (como en “Con ánimo de amar”) separado por la distancia y las circunstancias históricas. El único y gran problema de “El arte de la guerra” es que falla en la narración. La historia de Ip Man queda muchas veces desplazada por la de Gong Er (la hija de un maestro de kung fu interpretada por la inquietante Zhang Ziyi), y en ese sentido la película parece desbalanceada, porque la figura del supuesto protagonista pierde interés. Además, cuando el director intenta unificar las historias al final, queda la sensación de que las conclusiones llegan demasiado tarde.