El director Wong Kar Wai vuelve con una obra ambiciosa.
Luego de su fallida escala en Hollywood (El sabor de la noche, 2007) Wong Kar Wai nos aclara que su genio no tiene límites. El arte de la guerra es una obra ambiciosa, donde talento y belleza se reúnen para cautivarnos con otra historia de amor. Aquí el director hongkonés nos demuestra secuencia a secuencia que el cine es, ante todo, un arte.
La obsesión por la perfección de su trazo se hace presente desde el minuto cero. Cada plano parece haber sido pensado y estudiado hasta el hartazgo. La edición habrá sido una pesadilla, de hecho se dice que tomó alrededor de un año. Definitivamente, si algo tenía claro Wong Kar Wai al filmar El arte de la guerra (título local para The Grandmaster) era que no se iba a conformar con sólo posar su cámara y dejar que la imágenes fluyan.
Esa obstinación encuentra en este relato su máximo exponente. Por poner tan sólo un ejemplo, la secuencia inicial que dura alrededor de tres minutos, una joya de la coreografía marcial, tardó un mes en ser filmada. Sin contar los cuatro años de clases de Kung Fu estilo Wing Chun, que la superestrella del cine asiático Tony Leung (Infernal affairs, Felices juntos) tuvo que tomar para realizarla y durante los que sufrió dos fracturas. Esta superproducción brilla por sus escenarios y ambientación, sus actores, sus coreografiados combates y por el tiempo que el director se tomó para su realización, fueron alrededor de 10 años, pero que valen la pena cuando vemos sus resultados proyectados en la gran pantalla.
WKW quería un corte que durara al menos cuatro horas, quizás en alguna edición en Blu-ray podríamos verlo. Sin embargo, en las salas se puede disfrutar de un film de 130 minutos. Que tiene la particularidad de incluir tres escenas de un personaje llamado Navaja (Razor) que parece no encajar mucho en el relato, pero que fue interpretado por Chen Chang, el tercer actor mejor pago del elenco. Aquí la grandilocuencia le jugó una mala pasada al director de 2046; en esa versión extendida tenía mucho más sentido la inclusión de este personaje. Quizás un punto en contra de semejante film pero que no empaña el resto de sus virtudes.
El arte de la guerra arranca situándonos en China durante los años 30, para contarnos la historia de un hombre rico que por culpa de la invasión japonesa lo pierde todo: el dinero primero y luego su familia. La vida sólo le dejó el Kung Fu. Que sea un relato sobre el Kung Fu y con grandes escenas de este arte marcial no significa que el relato se circunscriba o limite al enfoque de esa disciplina. El foco aquí está puesto en su filosofía, en ese momento de la historia china y la tácita historia de amor de los protagonistas: Tony Leung y la bellísima Ziyi Zhang (El tigre y el dragón, Héroe). Las luchas son un adorno, un gran ornamento, que poseen una composición asombrosa que el director resalta, aún más, con cada plano detalle y su típica aceleración o ralentización de la cámara.
Una vez más WKW encuentra una excusa para seguir explorando las vicisitudes del amor. Como en sus películas anteriores, nuestro inconsciente colectivo cinematográfico no podrá ser impermeable a la belleza de su labor.