La historia de Lizzie Borden (una mujer sospechosa de matar a su familia a hachazos y salió libre a fines del siglo XIX) ha dado lugar a múltiples adaptaciones. Aquí, con algún eco lejano de “La Ceremonia”, aparece el posible amor (sexual) entre Lizzie y una criada, y al sexo en sí como desencadenante del caso. Historia de represión y liberación en clave sórdida, hay algo de “aggiornamiento” políticamente correcto que molesta, pero el suspenso funciona bien.