Una mañana tranquila en Madrid. Un conjunto de parroquianos desayunan en un bar de la capital española. De pronto un disparo mata a uno de los presentes cuando está por atravesar la puerta. A partir de ese momento el miedo y la paranoia se apoderan de todos los clientes. ¿Quién es el tirador? ¿Están todos los presentes en su mira? ¿Por qué nadie viene a rescatarlos?.
Esta es la premisa con la que arranca la cinta de Álex de la Iglesia, una comedia en formato de thriller en la que abundan la tensión, el absurdo y el humor más corrosivo.
Al igual que muchas de las películas del director vasco, en esta hay una buena construcción del conflicto, un gran desarrollo dramático (sobre todo en los dos primeros actos) y una buena pintura de los personajes. El problema, se da, en el desenlace, apresurado y previsible.
Claro que aquí, la metáfora sobre lo que el ser humano es capaz de hacer en las peores circunstancias, es lo más importante. El monstruo que cada humano alberga en su interior, es algo recurrente en el cine de este director, un retrato que en el metraje se percibe en ámbitos oscuros y cloacales.
Si bien la película tiene una estructura coral, y por allí está Terele Pávez haciendo de las suyas, como en La Comunidad, está muy lejos de alcanzar los niveles de solidez de aquella, quizás la mejor de la filmografía del cineasta.
Delirante, sórdida y escatológica, El Bar, es una película tan graciosa como brutal, que sin dudas disfrutarán mucho más los ya iniciados en el cine de este autor.