Si alguna vez alguien llamó a Alex de La Iglesia el “Tarantino español” las similitudes de su nueva película con la última del director oriundo de Tennessee hará que se confirme el parecido. El Bar presenta a ocho extraños que se verán obligados a convivir en un espacio reducido bajo circunstancias de lo más adversas que lograrán que su verdadera personalidad aflore y desate el conflicto para con sus pares. Sinopsis que también se ajusta perfectamente a Los ocho más odiados.
En ocasiones el cine de terror permite que los directores y guionistas desnuden la peor cara de sus protagonistas. El Bar no escapa a ese lugar común, la fauna que deambula por el pequeño local situado en la capital española hará lo que sea por sobrevivir a cuesta de cualquier tipo de moral. Cuando de supervivencia se trata, el género en cuestión nos ha demostrado que todas las personas pueden traicionar sus principios para salvar su pellejo. La mirada omnisciente del director y su propuesta parece sugerir que sus personajes merecen aquello que les está sucediendo. Son miserables, corruptos, crueles y egoístas. Como moraleja superficial, se puede interpretar que la humanidad es algo así como insalvable. Algo que no solo se ve en la presente obra sino en buena parte de la filmografía del director. No hace falta caracterizar a un personaje como héroe ni tampoco con más virtudes que defectos, pero en este caso da para sospechar que quizás quien cuenta su historia no los critica sino que de alguna manera los quiere hacer pagar.
La mano del director logra que la historia sea, de principio a fin, atrapante con sus toques de humor negro y suspenso que permiten que el espectador se olvide que, en el fondo, quizás nosotros también les deseamos lo peor a todos ellos.