El cerrajero es una película que suena bien “en papel”, es decir, si uno la describe (su historia, elenco y aspectos técnicos) parecería que nos encontramos ante un film que no hay que perderse, pero la realidad es otra.
Pese a que todas las formalidades están en orden, la cinta tiene un gran pecado: es aburrida, y para el tipo de planteo que se hace (con aspectos sobrenaturales) no es algo que se pueda dejar pasar por alto.
Ahora bien, la idea de que alguien adquiera poderes psíquicos como fruto de la extraña niebla que azotó a Buenos Aires hace un par de años es interesante y original, pero con poco vuelo. Es decir, limitar la historia a los problemas de los clientes de un cerrajero es un desperdicio que se salva únicamente por las buenas actuaciones de Esteban Lamothe y Erica Rivas.
La directora Natalia Smirnoff se preocupó demasiado en balancear el elemento fantástico con los dramas del los protagonistas y el elenco secundario que hizo que el ritmo sea demasiado lento e incluso estirado.
No obstante la película se deja ver sin mayores problemas y presenta una propuesta diferente dentro de lo que es el cine de género nacional.