La filmografía de Natalia Smirnoff se va afirmando lentamente sobre la mirada detallada e hipnótica de personajes y particularidades bastante comunes, pero que le posibilitan la creación de películas intimistas que trasciendan el mero hecho anecdótico del que parten.
Si en "Rompecabezas", el mundo femenino era descripto como la abulia detrás de un hobbie inspirador, en esta oportunidad, en "El Cerrajero" (Argentina, 2014), el trasfondo de una tradicional actividad (la cerrajería de molde) se desnuda para mostrar el cotidiano pesar de Sebastián (Esteban Lamothe), su hermético mundo entre llaves y la imposibilidad de asumir un vinculo y relación estable ni siquiera con la noticia de la inminente llegada de un hijo.
Sebastián quiere ser independiente, seguir tomando cerveza con sus amigos y salir y conocer a alguna chica para pasar el rato, y nada más. Echarse en su cama, tirarse a mirar el techo, desatender a sus obligaciones. Cuando Mónica (Erica Rivas) le dice que esta embarazada de él, la imposibilidad de generar empatía y asumir su responsabilidad, marcaran que su única respuesta sea el ostracismo y querer que aborte.
Paralelamente el personaje desarrollaá una habilidad para "escuchar" la verdad de las personas dueñas de las cerraduras a las que ofrecerá sus servicios, hecho que le generara, por un lado el tener alejarse de sus clientes, porque con sus revelaciones el mal hacia el otro será notorio, pero por otro lo hará acercarse a Daisy (Yosiria Huaripata) una joven mucama que al perder su trabajo convivirá con el.
Juntos irán atravesando situaciones que los unirán y que terminarán por redefinir sus diarios rituales y así, Sebastián será el gurú de Daisy, alguien a quien a través de sus trances intentara ayudar sin mucha convicción. Película pequeña, de sentimientos y sensaciones encontradas, ofrece la posibilidad para que el trío protagónico (Lamothe, Rivas, Huaripata) se luzca y a su vez aporte naturalidad a las interpretaciones.
En los encantamientos el realismo mágico abruma al costumbrismo y dota de entidad al filme y aún así en “El Cerrajero” no hay mensajes esperanzadores, porque Smirnoff (quien se da el lujo de hacer un cameo) solo pone su cámara expectante para poder así reflejar los sucesos por los que se narrará la historia mayor, la de seres que nunca deciden nada, nunca terminan proyectos (la eterna cajita de música) y deambulan por una ciudad llena de un extraño humo que los obnubila y además enloquece.
“El cerrajero” funciona como una suerte de paradoja de la sociedad en la que los ambientes y las atmósferas pueden desconcertar a los personajes e influir en decisiones que no del todo están resueltas y en querer encontrar en el vinculo con el otro, aunque sea temporalmente, una razón para salir de una rutina que aburre y anula la posibilidad de trascender el presente. Enigmática y atrapante.