Existen dos factores que generaron una gran expectativa sobre este film: uno es el de haber sido seleccionado para abrir la edición 2015 del BAFICI y otra es la vuelta de Hugo Santiago a la dirección tras 13 años de ausencia.
Si brindamos un par de cifras más, se puede destacar que el director argentino se radicó en Francia hace casi 60 años y su obra maestra (Invasión), filmada en Buenos Aires, data de al menos 40 años, tiempo que tardó con El Cielo del Centauro en volver a filmar en su ciudad natal.
Para Invasión había trabajado a la par con Borges en guión (sobre una historia de Borges y Bioy Casares) y, en El Cielo…, con el director de la productora El Pampero Cine, Mariano Llinás (Historias Extraordinarias), quien tiene a su vez una escena en el film. Este no es un dato menor, el film lleva el sello de la FUC, y trabajos anteriores de Mariano Llinás y Alejo Moguillansky, específicamente de Castro, que constituía un claro homenaje a Invasión.
Invasión marcó un antes y un después en la cinematografía nacional. Con el tiempo se convirtió en uno de esos films de culto, que muchos recuerdan pero que son difíciles de poder encontrar y rever en salas.
En El Cielo del Centauro, Santiago profesa su amor por la ciudad de Buenos Aires. Está filmada en blanco y negro, al igual que Invasión, pero con la diferencia de que destaca ciertos colores pasteles en determinados objetos. Además, tiene un acompañamiento musical que desentona casi en su totalidad en el transcurso del film. Específicamente una banda que hace hincapié en el tango, característico de la ciudad, pero con insistencia y saturación. Rasgo contraproducente, al igual que la utilización de doble idioma (español y francés), a partir de lo que quedan en evidencia los errores de pronunciación en actores.
El argumento es sencillo: un ingeniero francés viaja a Buenos Aires para entregar un paquete del que se desconoce su contenido, pero irrumpen unos matones que se lo roban para entregárselo a una persona deseosa de que contenga el denominado Fénix. La primera imagen que a uno le remite es a la de la búsqueda de El Halcón Maltés. El ingeniero termina envuelto en una trama llena de recorridos por la ciudad, con mapa en mano; hay visitas a personajes peculiares, una cita en un museo y un tiempo límite para poder concretar su misión y volver a su país natal.
El Cielo… es una especie de film cuya pulpa es Santiago, mientras que la cáscara, lo visible, remite al cine de Llinás-Moguillansky, en gran parte por la recreación de movimientos de cámara con nuevas tecnologías, y el sentido de búsqueda del tesoro que aparece en sus films y de otros como El Escarabajo de Oro. Factores que alejan de esta trunca vuelta del ausente y esperado Santiago al mundo de la cinematografía.