Se estrena El cielo del Centauro, el esperado regreso del mítico Hugo Santiago a la cartelera nacional. Un film simpático y nostálgico que sirvió de apertura del BAFICI 2015.
La noticia es importante, Hugo Santiago parecía un mito, una leyenda creada por Borges o Bioy Casares cuando escribieron uno de los filmes de ciencia ficción más importante de todos los tiempos. Invasión (1969) no se parecía a ninguna película nacional y a la vez todas están inspiradas en ella. Cómo no ver reminiscencias incluso en La larga noche de Francisco Sanctis. Porque esta Buenos Aires distópica, llamada Aquilea, mostró un atisbo del futuro, no sólo del cine sino de la realidad argentina.
El exilio de Santiago a Francia trajo a colación la realización de una seudo secuela llamada Las veredas de Saturno (1986) en donde se manifiestan las influencias de la primer nouvelle vague pero también los síntomas de lo que sería el llamado Nuevo Cine Argentino, 14 años antes. Hugo Santiago siempre fue un adelantado.
Y si en dicho film los exiliados de Aquilea -o Argentina- se juntaban a recordar su pasado y planear su futuro en los jardines de París, en El cielo del centauro -regreso de Santiago a su tierra natal- es un parisino el que baja de un barco para vivir aventuras en Buenos Aires. Esta vez el director no adelanta el futuro del cine sino que dialoga con el presente, la nueva generación de cineastas que le produjeron y escribieron el film: Mariano Llinás, Alejo Moguillansky y Santiago Mitre.
En realidad la asociación de Santiago con Pampero Cine no es tan sorpresiva ya que sirvió como narrador de El escarabajo de oro, libre adaptación de Moguillansky de la historia de Edgar Allan Poe. Y ese mismo tono, entre el humor, la aventura y la literatura es el que impera en El cielo del Centauro.
Una Buenos Aires de postal turística es el marco por donde este ingeniero, bastante patético, que apenas habla español -Malik Zidi, uno de los intérpretes más inexpresivos que se hayan visto en la cartelera local-, irá atravesando con la misión de entregar un paquete. La Boca, San Telmo y otros barrios del sur de la Ciudad serán los paisajes que irá descubriendo en este día con ribetes fantásticos y oníricos. Habrá mafiosos que parecen sacados de folletines, una femme fatale y la historia sobre un cuadro de Cándido López.
El cielo del Centauro parece orientada a un público extranjero ávido por recorrer junto al protagonista la Ciudad de un exiliado romántico y nostálgico como Santiago, que se quedó deambulando entre baladas de tangos y fantasmas de una Buenos Aires de antaño.
Con una cuidada puesta en escena, interpretaciones secundarias pintorescas -desde Roly Serrano y Gustavo Pardi hasta Romina Paula y Carlos Perciavalle-, el nuevo film de Santiago tiene un dejo poético pero carece de profundidad dramática. Tampoco pretende tenerla pero es cierto que sus anteriores filmes gozaban de un tono existencialista que en El cielo del Centauro está ausente.
Una aventura entretenida, melancólica, simpática, teñida de cariño y amor hacia su tierra natal es lo que regala el regreso esperado de Hugo Santiago a la cartelera local. Hay ideas, sí. Se diferencia de la mayoría de propuestas nacionales también. Pero ¿se puede buscar más allá del romance por Buenos Aires y un poco de realismo mágico, algo más que le imprima a El cielo del Centauro ese mote de obra inolvidable que tenía Invasión? No, imposible. Y tampoco deberíamos buscarlo. Debemos conformarnos con saber que Santiago sigue activo y con ideas y que su pulso narrativo es tan sólido como hace 48 años atrás.