Correcta, bien intencionada y convencional, pero consistente y con un tema siempre actual: la diferencia entre justicia y venganza. Es la reconstrucción del juicio que les siguieron a los asesinos de Lincoln. El filme no sólo pone en duda la culpa de esa madre, sino también la animosidad de toda la parte acusadora que se olvido de la verdad para apuntar a la venganza. El que la defiende es un soldado del ejército victorioso, que dejará a un lado sus banderas para ser fiel a sus convicciones. El filme se pregunta qué ideas le dan sustento a una Nación. "Cuando las armas hablan, la ley se calla", dice un funcionario dispuesto a darle luz verde a la venganza. Lincoln está muerto, la Guerra está terminando y no hay lugar para la piedad ni para la justicia. Hay que encontrar pronto los culpables y condenarlos. Por interés o conveniencia. También para calmar el pueblo y la buena conciencia, aunque para eso haya que cometer barbaridades semejantes a las que se quiere castigar. De todo esto habla "El conspirador", un filme maniqueo pero interesante, al que muchos han visto como una crítica al gobierno de Bush y a su peligrosa tendencia a dejar a un lado los principios morales y la verdad, para privilegiar la venganza.