Culpable hasta que se demuestre lo contrario.
El 9 de abril de 1985 se da por terminada la guerra civil de los Estados Unidos, con lo cual se proclamó que el sur del país no podía ser independiente y, además, se abolió la esclavitud. El presidente, en esos tiempos, fue Abraham Lincoln, uno de los próceres más importantes de la actualidad estadounidense que, días después (el 15 de abril) fue asesinado por John Wilkes Booth, un actor sureño causante del primer magnicidio en la historia del país.
Lo que El conspirador (The Conspirator, 2010) toma son los meses que siguen a este hecho, con la captura de los conjurados en contra del presidente y su posterior juicio. Allí estará el joven abogado Frederick Aiken (James McAvoy) un héroe de guerra que, como todo el pueblo, quiere ver colgados a los responsables por el asesinato del hombre que defendió con su vida. Pero su jefe, Reverdy Johnson (Tom Wilkinson), un hombre que vive por y para la ley, cree que el juicio no podrá ser justo jamás, ya que todos son culpables para la corte militar sin que medie reflexión por una presunta inocensia. Es por eso que le asigna el caso de Mary Surratt (Robin Wright), la dueña de una posada en donde se alojaron los asesinos y madre de uno de los que planeó el complot, que se encuentra fugado. Ella tiene los mismos cargos que los demás (complot en el crimen de Lincoln) pero, ¿qué pasaría si, en verdad, todo lo que ocurrió fue a sus espaldas y no sabe absolutamente nada del caso? Con la justicia militar en contra, el joven Aiken deberá enfrentarse a su moral y a su juramento como abogado, a la vez que entiende (y en parte siente) el odio de los estadounidenses para con esta mujer.
La película fue dirigida por Robert Redford, que con paso lento pero firme, lleva adelante un drama legal digno de John Grisham, pero de la vida real. Se pueden palpar los sentimientos, los reveses y los conflictos entre los personajes, magistralmente interpretados por los actores, siendo McAvoy uno de los más valiosos. Pero, desgraciadamente, tiene dos problemas: 1. Es lenta, muy. Y la pérdida de ritmo en este tipo de películas hace que el aburrimiento llegue rápido. 2. La película está diagramada de tal forma que debería sorprender al que no conoce la historia, pero si se la conoce, no hay mucho que pueda aportar. Tal vez Redford debería haber optado por un estilo más cercano al documental, narrando la historia con el diario del día después en la mano y, así, dar un producto más legítimo.
De todas formas, la película está bien, sobre todo por los actores y por la tensión que el director supo darle a escenas claves a lo largo de su obra. Si les gustan las películas de abogados, El conspirador es una muy buena opción para disfrutar, eso si, sin pochoclos en la mano.