John Wick y el misterio del libro diario
Después de Batman vs. Superman: El Origen de la Justica (Batman v Superman: Dawn of Justice, 2016) y Escuadrón Suicida (Suicide Squad, 2016), reconforta ver a Ben Affleck en un papel que no le exige ponerse el spandex de superhéroe. En esta ocasión se mete en la piel de un contador con ciertas “habilidades particulares” en El Contador (The Accountant, 2016), la nueva película de Gavin O’Connor, un director que nos tiene más acostumbrados a las épicas deportivas y dramáticas como Milagro (Miracle, 2004) y La Última Pelea (Warrior, 2011).
El guión de Eric Guggenheim -en la lista de los más requeridos desde 2011- cuenta la historia de Chistian Wolff (Affleck), un contador que gracias a su autismo posee una habilidad especial para los números y es conocido por ayudar a “limpiar” las cuentas de los hombres más peligrosos del mundo. Alguien cuya verdadera identidad es un misterio para las agencias de inteligencia. Cuando una innovadora empresa de tecnología lo contrata para determinar el origen de una falla en su contaduría, un enorme complot comienza a tomar forma, y en el momento en que su propia vida corre peligro conocemos otra faceta de Wolff: la de un hombre entrenado para matar.
Como decíamos al principio, es atractivo el rol de Affleck. Se luce interpretando a ese hombre con cualidades excepcionales, quien al mismo tiempo lucha contra las secuelas del autismo y los trastornos obsesivo-compulsivos. Es acompañado por un buen elenco conformado por Anna Kendrick, John Bernthal, el ganador del Oscar J.K. Simmons, Jeffrey Tambor y John Lightgow. Bernthal (The Walking Dead, Daredevil) interpreta al tipo rudo por excelencia que va tras la pista de Wolff, y Kendrick es una suerte de interés romántico que desaparece de la película entre una escena y otra.
El film se siente como un largometraje que mezcla a Jason Bourne y John Wick con el Rain Man de Dustin Hoffman para intentar darle un sabor distinto a una historia conspirativa, que O’Connor va sazonando con secuencias de acción al mismo tiempo que nos va revelando el curioso origen de Christian Wolff y el por qué de su proceder.
De esas obras que en un primer visionado cumple con las expectativas, pero definitivamente no se sostiene cuando recapitulamos y ponemos bajo la lupa ciertas cuestiones de una estructura narrativa que, en el tercer acto, abusa de las coincidencias y los giros argumentales, acercándose peligrosamente a desafiar la suspensión de incredulidad del espectador. Un producto aceptable del cine de acción y suspenso que no termina cumpliendo todo lo que promete.