Chris de contaduría
La historia de un superhéroe con el poder de la contaduría financiera debería jugarse por la comedia o la literatura barata que suele emular Quentin Tarantino, pero El contador (The Accountant, 2016) es un thriller dramático y se toma demasiado en serio para su propio bien.
He aquí un guión original (escrito por Bill Dubuque) con un protagonista interesante, un inusual submundo criminal y una temática fascinante tal como puede ser el trastorno autista. Ben Affleck es Chris Wolff, quien posee no sólo una destreza para las matemáticas tamaña a la de John Nash de Una mente brillante (A Beautiful Mind, 2001) sino también su ineptitud social, habiendo sido diagnosticado con autismo de pequeño y siendo criado por un padre militar con una noción espartana de la educación.
Chris trabaja de contador para carteles criminales desenmarañando números y rastreando fugas, un ejercicio afín al de desarmar un rompecabezas y confirmar si todas las fichas estaban en su lugar. De niño lo vemos entrando en pánico cuando no halla la última ficha del rompecabezas que estaba armando; de adulto tiene una reacción similar cuando la compañía robótica de Lamar Blackburn (John Lithgow) aborta su auditoría. Pronto está eludiendo tanto a asesinos pagos como agentes del gobierno obsesionados por su trayectoria y anonimidad.
Hoy en día es raro ver una película hollywoodense y con cierto pedigrí de producción basada en un guión original. En este sentido El contador es un alivio, aunque en definitiva cuenta la misma historia de superhéroes, de la cual no hay ninguna escasez por estos días, en la que el héroe: 1) recibe un exótico entrenamiento marcial a lo largo de su infancia, 2) es tutelado por una figura mentora trágica, 3) adopta una identidad y guarida secretas, 4) hace justicia por mano propia y 5) la ley sale a darle caza. J.K. Simmons es quien lo persigue y su obsesión por desenmascarar al misterioso contador recuerda a la que tenía cuando demandaba fotos de Spider-Man.
Ben Affleck no sólo da una de sus interpretaciones más simpáticas a la fecha, mostrándose cómico en sus intentos confusos por socializar con sus clientes y con la entrañable Dana (Anna Kendrick), sino que se demuestra perfectamente dúctil como el tipo de héroe de acción que no interpreta hace años. Si tan solo la película fuera sobre la relación entre Chris y Dana, o aunque sea Chris, en vez de usar su condición psicológica para maquillar una película de acción.
Se toma una decisión cuestionable al mostrar a Chris como una suerte de superhombre a raíz de la crianza abusiva del padre, un detalle que jamás se penaliza y al final parece preferible a ser criado en un instituto especializado. Sería más problemático si la película realmente pretendiera ser un íntimo estudio de personaje en vez de tratar al autismo como una suerte de súper poder, lo cual delata cuan infantil pero bienintencionada es la trama.
El film es un thriller con un “gimmick”, un ardid novedoso que distrae de las partes más débiles y fatuas de su propia historia (incluyendo el ridículo final, el cual en defensa del film Chris hace un chiste sobre las probabilidades del mismo). El contador es curiosa, entretenida y está llena de potencial pero se queda corta con la ambición.