Gavin O´Connor, el director del excelente drama deportivo Warrior, presenta en su nuevo trabajo uno de los mejores filmes de acción que se estrenaron este año.
El contador Christian Wolff, interpretado por Ben Affleck, es esa clase de personajes que suelen aparecer con frecuencia en las novelas de suspenso de David Morrell (Rambo) y le escapan al cliché del típico héroe americano.
En este caso nos encontramos con un hombre que padece autismo y cuyo talento para las matemáticas lo convirtieron en un contador muy buscado por delincuentes del crimen organizado. Wolff además es un asesino implacable que puede matar gente sin inmutarse.
Con esta interesante premisa el director O´Connor desarrolla un sólido thriller donde no existen los buenos y los malos. El protagonista de este film ayuda a enriquecer las cuentas bancarias de mafiosos y terroristas y se enfrenta con otras lacras que no son peores que él.
Wolff tal vez conserva un mínimo código moral, pero está muy lejos de ser un héroe y eso lo hace interesante.
Disfruté mucho de este film porque el director se toma su tiempo en la narración para desarrollar el conflicto principal y el origen del protagonista, en lugar de limitarse a ofrecer un collage de escenas de acción.
El relato de O´Connor nunca se vuelve denso y logra fusionar con éxito varias subtramas que conectan a todos los personajes.
Dentro del reparto, Ben Affleck es la principal atracción y brinda una buena labor dramática que consolida la evolución que tuvo como artista en los últimos años. En este rol retrató de manera realista la condición de autismo de su personaje que está muy equilibrada en su actuación y nunca llega a ser exagerada.
John Bernthal (el nuevo Punisher de Marvel en la televisión), quien viene creciendo en Hollywood, y Anna Kendrick (En el bosque) también logran tener sus momentos destacados en papeles secundarios.
En materia de acción este film nunca llega al nivel de creatividad de John Wick en la elaboración de los tiroteos y las peleas de artes marciales, pero brinda algunas secuencias intensas que estuvieron muy bien realizadas.
Uno de los ganchos atractivos de esta historia se relaciona con el origen de Wolff y el modo en que sus padres lidiaron con el autismo. Esa subtrama le dio a la película un condimento emocional interesante que la diferencia de las clásicas producciones de la compañía Millennium con Jason Statham.
Si es trabajado con guiones decentes, creo que el personaje de Affleck tranquilamente podría ofrecer una nueva franquicia para Warner, ya que te deja con ganas de volver a encontrarlo en otro conflicto.
Aunque la mejor película del género del 2016 sigue siendo Blood Father (Mel Gibson), El contador es una producción muy entretenida que merece ser disfrutada en el cine.