Asesino mental
Todos sabemos que, mas allá de que en los últimos tiempos se lo ha reconocido unánimemente como un gran director gracias a excelentes películas como Argo y Atracción peligrosa, Ben Affleck nunca fue tomado muy en serio como actor. Su rostro pétreo y su condición de sex symbol le han jugado una mala pasada en ese sentido, sumado a dudosas elecciones de papeles como Daredevil o en Pearl Harbor, por nombrar algunos títulos. Afortunadamente, a veces el paso del tiempo ayuda a que esas limitaciones actorales puedan resignificarse para terminar de convertirse en una virtud, y es precisamente lo que sucede con El contador, en la que la seriedad y la dureza son características naturales del protagonista, un hombre con síndrome de Asperger cuya extraordinaria habilidad para los números y las cuentas lo llevan a trabajar como auditor de diferentes organizaciones criminales. El Christian Wolff que interpreta Affleck es un hombre callado, taciturno, que se siente incomodo interactuando con otras personas (como sucede en su primera reunión con una colega interpretada con naturalidad y solvencia por Anna Kendrick), pero que esconde más de un secreto. Gracias al riguroso entrenamiento de su padre militar para lidiar con su autismo, Wolff es también un hábil asesino y combatiente mano a mano, por lo que estamos ante una mezcla de Jason Bourne y Rain Man. Cuando el protagonista descubre un faltante económico en una importante empresa de robótica y se vuelve el blanco de una oscura organización, el guion revierte lo que podía ser el clásico drama de autosuperación personal en un preciso relato de acción y suspenso, en el que las altas dosis de humor (sobre todo gracias a la química entre Affleck y Kendrick como pareja opuesta) y la mano certera del director Gavin O’Connor (Warrior) a la hora de filmar el derrotero vengativo de su héroe logran hacer llevadera la historia.
El director se vale de la misma seriedad y oficio de su protagonista para narrar, utilizando una paleta de colores azulados fríos y sin regodearse en esteticismos baratos durante las escenas de acción, aunque patina cuando tiende a sobre explicar algunas situaciones mediante flashbacks y buscando la sorpresa con un giro sobre el final que el espectador despierto podrá adivinar. Grandes actores secundarios como Jeffrey Tambor, John Lithgow y JK Simmons prestan su profesionalismo en papeles un tanto desdibujados, pero poco importa porque la verdadera estrella es Affleck, quien aporta lo justo y sin exagerar ni un gesto para mostrar lo que sucede adentro de la mente de su perturbadora pero honorable y finalmente heroica criatura. Es tal la satisfacción que produce El contador que uno desearía que Ben cuelgue la capa de Batman y se vuelva a calzar los lentes y el saco y corbata para una próxima aventura de Christian Wolff. La esperamos gustosos.