Realismo mágico en el Cerro Colorado
“Caminiaga Santa Elena, el churqui Rayo Cortado, no hay pago como mi pago, viva el Cerro Colorado…”
Don Ata
El Dedo fue una de las gratas sorpresas de Pantalla Pinamar. La historia fue construida en base a varios acontecimientos casuales y podría ubicarse dentro del género de la comedia negra.
Un poco de historia para otro film
Sergio Teubal estaba viajando por la ciudad de Córdoba (casi en la frontera de Santiago del Estero), más precisamente en una localidad llamada Santa Elena donde se encuentra el Cerro Colorado, escenario muy caro a nuestro a nuestra cultura antropológica y popular, por sus cavernas llenas de jeroglíficos de los indios comechingones y por estar ligada a una figura de nuestro mejor folklore, ya que en ese lugar yacen los restos de Atahualpa Yupanki. Y donde además está la que fuera su casa, un lugar donde este maestro solía pasar mucho tiempo.
Quien conoce estos parajes del interior de nuestro país sabe que allí se tejen historias, que se van pasando, de generación en generación oralmente, y que a posteriori se convierten en leyendas, donde cada uno de sus habitantes con el correr del tiempo suelen contribuir a irlas enriqueciendo con el aporte de su propia subjetividad.
Retomando…en ese recorrido, Teubal se encuentra con un artesano de cobre, que comienza a charlar, porque de hecho en ese lugar eso es un hábito, (ya que el tiempo corre de otra manera) y le cuenta al pasar, que acababa de pasar un escritor, que estaba trabajando sobre una historia absurda y desopilante. El tema es que, este señor sólo sabía la mitad de la historia, no obstante, le supo dar el apellido, un tal Assardourian. La historia obviamente es la historia de un dedo. Teubal regresa a Gral. Belgrano, donde estaba parando, y se le ocurre ir a comer algo al viejo Munich, un lugar típicamente alemán. Antes de retirarse le entregan un diploma firmado por el mismo apellido, pregunta quién es, y este resulta ser el hermano del dueño, lo ubica en Buenos Aires, encuentra su libro, lo compra por internet y decide hacer el film. Bendita cibernética!
Esta comedia costumbrista marca un paso más allá de lo que es una comedia, un paso muy bien dado. Bajo un estilo propio, sin ninguna necesidad de efectos “especiales” se concentraron en contar una historia particular, con una desgarradora honestidad, que hace, que el espectador se pregunte. Si dicho relato es real o absurdo, a lo que su director responde, que es en todo caso “un absurdo latino”.
El Dedo inicial estaba en un almacén - cantina del cerro Colorado, y pertenecía a un carnicero, que se lo había cortado accidentalmente, y lo había guardado pensando que a futuro de lo pegarían.
El film transcurre en 1983, en pleno regreso de la democracia y la historia da cuenta hasta qué punto pueden llegar los habitantes de un pueblo, empujados por el dedo índice del soltero más codiciado del pueblo. Mientras este dedo descansa en el frasco de un almacén, hará del pretexto perfecto para lograr descubrir las razones de un asesinato; renovar la fe de los escépticos, revivir historias de amor y desde ya, movilizar a todo el pueblo del Cerro Colorado.
La historia, que merece ser vista es el primer largo de su director y cuenta con una acertada selección de actores, con un buen manejo de los registros coloquiales, con excelentes actuaciones, y con escenas insospechadamente audaces, que no por pacatateria conviene describir, porque es mucho más divertido disfrutarlas.
Se podría pensar, que El Dedo es un film que contribuye a mostrar realidades que nos pertenecen, al margen de la comicidad, que estás imágenes susciten en el espectador. En primer lugar porque muestra otra cara de un cine, que puede entretener y a la vez estar bien hecho, y en segunda instancia, porque permite revivir historias de una época muy rica en Latinoamérica, literariamente hablando y pensar en esa realidad que compartimos, con nuestros hermanos latinoamericanos, y recordar a un Macondo de García Marquéz, a un Rulfo y revivir ese tan debatido “Realismo mágico”, marca de una generación de escritores, que tan presente se encuentra hoy, en una ficción muy cercana a la realidad de esos, y otros parajes del interior de nuestro basto país.