Prisionero de sí mismo
El Derrotado es un film basado en una novela homónima escrita por Leopoldo Torre Nilsson en los años 50. Publicada recién en el 66, y luego extraviada. De viaje por La Habana, Cuba Javier Torre encuentra casualmente el libro de su padre y decide hacer un film.
El derrotado suele ser casi absolutamente fiel al texto, en la mayor parte de sus diálogos narra la historia de Julio (Adrián Navarro), quien trabaja en un estudio contable y vive con su mujer Celina (Romina Gaetani) y su hijo de 5 años. Ambos pertenecen a clases sociales un poco distanciadas, él es un jugador compulsivo, que se desespera por las carreras de caballos. Un hombre aprisionado en una situación amorosa y a la vez preso del juego, quien va autodestruyéndose de a poco hasta arribar a la tragedia, luego de haber perdido todo.
Una producción muy costosa, con una muy buena dirección de arte, donde tanto la reconstrucción de época (los 50), como la actuación de Adrián Navarro y Rafael Ferro, en ese orden, sumada a la sensualidad de Romina Gaetani (su primer trabajo en cine) son los aspectos más destacables del film.
Esta vez Javier Torre no ha recurrido ni a la literatura de Puig, ni a la de Arlt, ni a la de Borges. Sino, que se ha dado el lujo de adaptar una novela de su padre 61 años después.
Dijo Javier Torre en la Conferencia de Prensa:
"La película emocionalmente me movilizó mucho porque yo era niño en esa época, por ello todo el tema de la reconstrucción me produjo mucha nostalgia" enfatizó. Al preguntársele sobre el casting Javier Torre explayó "Fue una serie de casualidades que llevaron a armar ese reparto. A Adrián (Navarro) me lo propuso Pascual (Condito), el representante de Adrián me sugirió a Romina Gaetani que quería incursionar en el cine, y ella para las escenas de sexo me propuso a Rafael (Ferro) que era amigo suyo".
"Hubo una suma de buenas voluntades para hacer la película, desde mi hermano que no me pidió plata por los derechos de la novela, la predisposición de los actores, la participación desde un comienzo de Condito en el proyecto, y hasta el trabajo digital de postproducción que hicieron los técnicos que, por ejemplo, se tomaron el trabajo de eliminar digitalmente todas las cerraduras que no eran acordes a la época, o el color de los ojos de los actores".
El cine argentino se vuelca cada vez más al recurso de contar historias, más o menos lineales, pero historias pensadas para que el público no se devane los sesos intentando armar un rompecabezas, que en muchas ocasiones, a pesar del esfuerzo, no lo logra. Algunas veces con más acierto que otras, pero historias al fin.. historias.