El llamado cine de género se basa en determinados elementos que les son característicos y que conforman una suerte de manual con reglas inviolables para llegar a buen puerto. Pero ¿qué pasa si se incluyen elementos de un género dentro del marco de lo que parece ser una película ajena a ese género determinado? ¿Se crea un híbrido, o se da espacio a algo expansivo? Quizás la respuesta la tenga Martín Desalvo en este, su segundo opus luego de la co-autoría de Las mantenidas sin sueño.
A la manera de, por ejemplo, "Låt den rätte komma in", "El día trajo la oscuridad" es un drama intimista, de espacios sofocantes, que de a poco va dando lugar a los razgos más comunes del terror, dándole otro sentido a ese clima silencioso que se venía percibiendo, de la tranquilidad a la inquietud.
A las puertas de la casa alejada de Virginia (Mora Recalde) llega Anabel (Romina Paula), desmayada en los brazos de un taxista. Virginia la hospeda y parece que una extraña enfermedad la aqueja.
La relación entre ambas se va tornando cada vez más, extraña, más aislada de un afuera. Pero rápidamente las cosas van a ir tomando otro significado, Virginia sufre de unas crípticas pesadillas que se irán abriendo; mientras que Anabel demuestra un extraño interés en visitar el bosque que rodea la casa por las noches.
El argumento irá avanzando, saldrán secretos a la luz, ocurrirán sucesos de lo más extraños (o se escuchará hablar de ellos), y así, lo que en un momento parecía ser, no es, es otra cosa… que no adelantaremos, por supuesto.
Como si fuese una de las historias de la actual serie Doce Casas, "El día trajo a la oscuridad" se centra en la relación simbiótica de estos personajes femeninos; y le agrega una cuota de misterio, suspenso, y misticismo sobrenatural que acrecienta la tirantez existente entre ambas.
Puede ser un film de terror que se enmascara en un drama, o un drama que utiliza el terror para decir más de lo que aparente acerca de las relaciones (sobre)humanas.
Desalvo encuentra en Recalde y Paula dos intérpretes ajustadas para los roles que se les exigen, Virginia y Anabel tienen los rostros exactos que deberían tener.
El buen clima in crescendo, la fotografía nubosa y pesada, la música-el sonido o la ausencia de él también son un importante acierto.
El día trajo a la oscuridad es una arriesgada propuesta que puede desconcertar a seguidores de uno u otro género, o puede, a su vez, entregarle a los mismos algo más de lo que se podía pensar. Esta subjetividad ya no depende del realizador, cada espectador deberá sacar sus conclusiones.