Con puntos de contacto con el cine del iraní Asghar Farhadi (Una separación, El pasado), el muy promisorio debut como realizador del montajista tunecino Mehdi M. Barsaoui merece destacarse en una cartelera cinematográfica cada vez más propensa a la uniformidad y el didactismo. El engaño, título con la que se conoce en nuestro medio a la -en origen- El hijo, rompe con los esquemas narrativos de preconceptos y dogmas morales como buena parte del cine de autor pero no desde una posición ideológica o de oposición ética, sino abrazándose a los conflictos y dilemas que en su complejidad reflejan los abismos de la existencia. ¿Cuánto puede hacerse para salvar la vida de un hijo? ¿Contra cuantos dilemas internos debe lucharse cuando la realidad es muy distinta a la que creíamos haber construido?
Esas son parte de las preguntas que rodean al matrimonio constituido por Fares y Meriem cuando, en unas vacaciones en el sur de Túnez en el verano de 2011, accidentalmente se ven envueltos en una emboscada y su hijo de 11 años es gravemente herido. A consecuencia del disparo, el pequeño Aziz deberá recibir un transplante de hígado que confronta con el entramado familiar e instituciones degradadas por la corrupción y la burocracia en una sociedad poco afecta a la donación de órganos.
En la perfección narrativa de la tragedia que expone, el realizador consigue que el relato se siga con el pulso de un film de suspenso frente a tantas realidades no dichas pero donde subyace el evidente sometimiento de la mujer.