Opera prima de Mehdi M. Barsaoui y producida en conjunto por Francia y Túnez, “El Engaño” comienza con la postal de una familia feliz en el verano del 2011. Fares (Sami Bouajila), Meriem Najla Ben Abdallah) y su hijo Aziz (Youssef Khemiri), de 10 años vuelven de vacaciones en auto, cantando y bromeando. En el medio de la nada y con un país convulsionado quedan presos de un aterrador tiroteo del que los padres salen ilesos pero no así su hijo que recibe los disparos que lo llevan al hospital, donde el Dr. Dhaoui (Noomen Hamda) les informa que su condición es crítica, hay que operarlo. Conforme pasan los días Aziz empeora, lo que desemboca en la necesidad de un trasplante parcial de hígado. Cualquiera de los padres según las leyes de Túnez, con su tipo de sangre podría ser el donante pero, a raíz de esta encrucijada, un secreto fuerte y doloroso sale a la luz. El guion y la dirección de Mehdi M. Barsaoui rescata la urgencia sin dejar de lado que Fares fue engañado. La situación de la pareja cambia, se produce una distancia, y ambos comienzan a buscar alternativas. El donante puede ser alguien que buscan, pero también existe la posibilidad de ingresar en el mercado negro de órganos manejado por un misterioso hombre que aparece de manera sorpresiva (Slah Msadek). Están dispuestos a lo que haga falta para salvar la vida de su hijo. El elenco es sólido y se luce en los silencios y en las palabras, pasando de la alegría absoluta al drama desesperante cuando la salud está en juego. Una buena muestra del director tunecino con algunos giros y un guion del que conviene saber lo menos posible.