El director y guionista Francisco D´Intino estrenó la película que realizara en el año 2008 titulada “El fin de la espera”.
La trama cuenta sobre un hombre de 65 años, Jacinto, que trabaja al frente de una granja-hogar para niños desamparados con innumerables dificultades que, sin embargo, no quiebran su ánimo sino que lo empujan a seguir luchando mientras “espera” que quienes tienen que tomar decisiones que lo ayuden, se dispongan a cambiar su angustiante situación.
Pero las cosas empeoran cuando un fenómeno climático arruina los cultivos de la granja, la fundación que ayudaba a la institución decide no seguir proporcionándole asistencia y los niños internos se fugan.
Jacinto se queda con la única compañía de una jovencita embarazada y un niño, los tres seguirán en la “espera” de que las cosas mejoren. Jacinto cree que por fin su espera ha terminado y todo mejorará cuando llega a la granja el ministro de Bienestar Social, pero pronto descubre que no será así y se da cuenta que él ya no está dispuesto a seguir esperando que las cosas las arreglen los demás, y actúa impulsivamente para lograr los medios que lo ayuden a cumplir el único propósito que tiene en su vida: que todo funcione sin problemas.
D´Intino, también guionista de esta película, muestra la vida de un hombre muy idealista que espera que sus buenas acciones sean reconocidas por los demás y que éstos lo ayuden para que él pueda seguir con la misión que se autoimpuso.
El guión también se ocupa de la corrupción de los políticos que “esperan” llegar al poder para enriquecerse, y sólo ayudan a los necesitados “esperando” que ese hecho se vea y les reporte votos, aunque esta subtrama ha quedado poco desarrollada para ocuparse más en destacar los escollos administrativos que a cada paso encuentra Jacinto.
Jacinto y el ministro son los únicos personajes que tienen un desarrollo activo en la trama, los demás sólo son roles de soporte necesario con una personalidad “fija” para que no alteren el hilo conductor, sin embargo esto implicó que las subtramas se resuelvan demasiado rápido luego de algunas reiteraciones que atentan contra la atención del espectador.
En medio de una película que cuenta lo que pasa pero sólo entrega un mensaje que puede ser muy discutido por el espectador, se destaca la labor de Ulises Dumont como Jacinto, el protagonista de la historia. Dumont demuestra en éste filme todo el oficio que tenía y no compuso sino que se respaldó en su “physique du rol” (muy apropiado), dándole transformaciones muy sutiles a su personaje, algo difícil de lograr en cine, donde el actor debe mantener una línea de construcción en medio de cortes y a veces con tomas alternadas.
El haber logrado un armado perfecto de un personaje que tiene un protagonismo exclusivo hizo que el resto del elenco realizara una labor homogénea, algo que, llamativamente, no logró D´Intino en su filme posterior (“Rita y Li”, 2011), donde ya no estaba Ulises Dumont.
No puede clasificarse a esta película como de denuncia, sino como testimonial de situaciones que todos “esperamos” dejen de suceder.