Humilde, emotiva y con Ulises Dumont
Tercera película del cordobés Francisco DIntino en lo que va de septiembre, luego de las agradables «Rita y Li», rodada en Santa Fe, y «Caicaras, hombres que cantan», rodada en Ilhabella. Esta se rodó en zonas de Catamarca y Tucumán, y no es tan agradable. El drama que nos cuenta es bien serio, aunque por suerte tiene final feliz.
Digamos asimismo que tiene la mejor fotografía de las tres, ostentando nubes, cerros y cielos, y también tiene lindos y abundantes aportes musicales de Marcelo Piazza, el mismo que trabajó en «Rita y Li». Pero hay algo más: el protagonista es Ulises Dumont, que sigue peleando aún después de muerto, lo cual se explica por la enorme cantidad de películas de bajo presupuesto que interpretó en sus últimos años, y que se van estrenando a medida que dicho presupuesto se los permite. Según dicen, quedan todavía unas cuatro en estado de postproducción, que algún día veremos, si Dios quiere.
La que ahora vemos lo muestra en uno de sus típicos y queribles personajes de Quijote rezongón, luchando contra las inclemencias de la vida, la inercia de quienes esperan sentados su ayuda, y la mezquindad de quienes deberían ayudarlo y en cambio le caen con recriminaciones. Salvo, como siempre, unos pocos amigos y/o vecinos. Acá es el encargado de una granja para chicos en situación de riesgo, que prefieren escarbar basura en la ciudad antes que rastrillar cascotes para sembrar zapallos. Mientras, la Fundación a cargo prefiere cerrar la granja y aprovechar el terreno para algún negocio que compense los gastos. Y el amigo ministro provincial, que nunca está en su despacho, un día prefiere aparecerse, digamos, de incógnito. Cada uno tendrá sus razones, y nuestro héroe también las tiene y sabrá salir adelante, aunque en este asunto la resolución parece algo apresurada.
Todo luce hecho en tres semanas, con poco dinero, pocos (pero dos buenos) actores de apoyo, reducido equipo técnico local, debidamente eficiente, y mucho corazón.