Ya deberíamos estar acostumbrados a que de las muchas películas que tienen a Robert De Niro en su elenco en los últimos años no demasiadas le hacen justicia a su talento. El gran actor estadounidense gusta de filmar seguido, hace un promedio de tres películas por año y no parece tener un paladar demasiado fino para elegir entre los guiones que se le presentan. Al menos eso es lo que demuestra su más reciente film, El gran casamiento , una comedia familiar que tiene un elenco tan interesante como desperdiciado. Está claro que la presencia de De Niro debe haber ejercido alguna influencia para que Diane Keaton y Susan Sarandon se sumaran al proyecto para interpretar a su ex esposa y actual novia, respectivamente, un par de bellas señoras maduras de las que el guión se burla sistemáticamente.
Claro que no son las únicas que salen mal paradas del relato que gira en torno a la reunión familiar provocada por el inminente casamiento del hijo adoptivo de la familia. Según el guión de Justin Zackham -también responsable de la dirección-, el muchacho en cuestión se llama Alejandro, es originario de Colombia y para su boda invitó al festejo a su madre y hermana biológicas, que no hablan una palabra de inglés y tienen costumbres muy distintas de las de los liberales norteamericanos que lo criaron. Que Alejandro esté interpretado por el muy británico Ben Barnes es apenas un traspié menor de los muchos que exhibe la película.
Entre ellos, el más grave quizá sea la falta de gracia de cada uno de los pasajes supuestamente cómicos de un film que entiende el humor adulto como groserías puestas sin ningún cuidado en la boca de grandes intérpretes como De Niro, Sarandon y Keaton, que nada pueden hacer para salvar el asunto. Mucho más expuestos quedan los actores jóvenes que interpretan a sus hijos como Katherine Heigl, que aquí no sólo parece haber perdido todo su carisma y capacidad como intérprete si no también toda su belleza, transformada en una inmadura y antipática hija que no puede perdonar a sus padres por los pecados del pasado. Algo que transformó al hijo varón de la familia -interpretado por Topher Grace- ,en un reprimido hombre que será seducido por la visitante colombiana, un personaje cuya única función es ser el blanco de la rampante misoginia y xenofobia que El gran casamiento intenta pasar como humor..