Un rapero africano suelto en... Rosario
La cosa es (fue) más o menos así. Un tal David Doda Bangoura huyó hace unos diez años de su país, Guinea-Conakry, escondido en el hueco de un barco con la idea llegar a Europa, peró el joven polizón arribó desnutrido, deshidratado, al borde la muerte... a Rosario.
El documentalista Rubén Plataneo se encontró con esa historia y decidió hacer un retrato de este personaje, hoy convertido en un rapero con el apodo de Black Doh. Y no sólo eso: en la segunda mitad del relato viaja con su cámara a Africa para reencontrarse con los familiares del protagonista, quienes creían que David había fallecido hacía mucho tiempo.
Estamos ante una verdadera épica que Plataneo consigue sólo en ciertos pasajes explotar (en el buen sentido) en todas sus posibilidades, facetas y dimensiones: el desarraigo, los choques socioculturales, el arte sin fronteras, la libertad... y unos cuantos temas más.
De todas maneras, se trata de una narración no exenta de humor y sensibilidad en su acercamiento a un hombre obstinado que trata de adaptarse y de grabar su música en el otro rincón del planeta. No es sólo una rareza, no es apenas una mirada sobre un freak simpático. Es el cine acercándose a una historia de vida de fuertes connotaciones humanistas. En ese sentido, misión cumplida para Plataneo y El gran río.