África en Rosario
La historia de David Doda Bangoura es apenas solo una entre las miles que existen sobre los inmigrantes africanos que se escapan de su tierra natal, alejándose de sus familias como refugiados en un barco conteiner y terminando en nuevos países. No todos sobreviven. No siempre pueden quedarse. Cada caso es aislado. La historia de David Doda Bangoura es parecida a la del personaje de El Puerto, la última película de Aki Kaurismaki.
David se escapó en un barco vietnamita esperando despertar en Europa, pero en vez de eso cayó en el puerto de Rosario. Esto no impidió que, después de varios contratiempos, pueda hacerse amigos y cumplir su sueño: tener una banda de rap/hip hop y cantar sus propias letras que narran la historia de su vida.
Plataneo elige un relato documental no líneal para contar la vida del personaje: la búsqueda de un hogar, las relaciones con otros refugiados, las llamadas a su madre en Guinea, sus amigos argentinos, y su novia canadiense.
Pero también, esta historia sirve de excusa para que el director exhiba la realidad de dos orillas conectadas por un mismo personaje. No solamente, porque a través de David se van filtrando los viajes de otros refugiados, algunos que sufrieron más que el protagonista, otros que no tuvieron tanta suerte y viven al borde de la locura; Plateneo viaja a Guinea y le lleva una carta de David a su madre, conoce a sus amigos, el puerto de donde partió y la manera en que viven las comunidades de Guinea.
De esta forma demuestra como el cine es una vía de comunicación entre una madre y un hijo, entre dos naciones, en apariencia diferentes, pero que tienen mayores similitudes de lo que se piensa por lo general.
A través de los ojos de David, vemos otra Rosario, alejada de la turística. El protagonista pasa de ser objeto de entrevista a narrador: denuncia la polución y contaminación, habla con otros refugiados, los cuestiona. Sutilmente denuncia los prejuicios y el racismo de los argentinos. Pero también muestra la solidaridad y el respeto que tienen cuando conocen su viaje.
Plateneo no se separa de su personaje en la primera mitad del film. Aprovecha su buen humor para arrancar la solemnidad del documental clásico, sentir simpatía y afecto por él sin caer en el acto demagógico. La película tiene la intención de enseñar, pero sin didacticismo y un discurso directo, planteado a través de encuadres meticulosos y crudos al mismo tiempo, sin retoques de postproducción, buscando una estética realista y prolija..
A pesar de que le sobran algunos minutos, El Gran Río es un interesante documento sobre un personaje prácticamente anónimo, su viaje y sus sueños.