Declamar con la palabra y simplificar con la imagen es una fórmula que Matías Herrera Córdoba, después de dos documentales (Criada y Buen Pastor, una fuga de mujeres), operativiza en El grillo, su primera pelicula de ficción. “Lo perverso está en concentrar todas las emociones en una o dos horas” dice uno de sus personajes. Un pasaje desde el documental hacia la ficción que Herrera Córdoba celebra a modo de duda: si todo se puede reducir a lo teatral hay en allí en definitiva una perversión.
Dos mujeres se encuentran en una casa durante un verano, sin demasiada explicación. Podría ser cualquier lugar de la Argentina, nunca se explicita. Una de ellas es una actriz nómade (actriz teatral en la vida real), la otra una viuda, tambien actriz, que acaba de perder a su marido y que no quiere (no puede?) hacer nada importante, y que entabla una relación amorosa con el jardinero.
La locación es la verdadera casa de uno de los actores emblemáticos de la escena cordobesa Héctor ‘El negro’ Grillo a quien la pelicula está dedicada y con mucha influencia en los cineastas actuales de la escena en Córdoba. La casa prestada por la viuda para la pelicula. Otra vez lo ficcional es atravesado por lo real (o al reves). El grillo del titulo, incluso, aparece dos veces: como insecto “El ruido de ese grillo me está matando” y como apodo para un actor. Las situaciones son diálogos que no atienden precisamente a líneas de continuidad, podrían estar en otro orden y no afectaría a la acción, van entramándose desde el documental a la ficción, repitiendo de algun modo el recorrido que marcaba al principio de esta nota.
El anclaje en dos o tres monólogos en los que aparece por momentos Jacques Prevert y mas precisamente el poema “Cancion en la sangre” (“Hay grandes charcos de sangre sobre el mundo / a dónde va toda esa sangre derramada / acaso la tierra se la bebe y se emborracha...) bellamente dicho por Galia Kohan va marcando el tono de la pelicula. En él, poeta, dramaturgo, guionista de cine francés la sonoridad de las palabras, las imágenes sofisticadas y un realismo literal. Pero además, en él, esta doble pertenencia: entre el cine y el teatro,
Para que todo esto funcione, como en toda ficción, hay que entrar en ese universo del relato: doble juego de espejos que es el gran tema de este grillo cordobés y argentino.