Té para tres
El cordobés Matías Herrera Córdoba debuta en la ficción, tras los documentales Criada (2010) y Buen Pastor, una fuga de mujeres (2010), con El grillo (2013), un onírico relato sobre la vida, el arte, el amor y la muerte concebido desde la teatralidad del discurso.
Una actriz se instalará en la casa de una mujer de mediana edad que mantiene una relación con el jardinero. El nexo que mantienen carece de importancia para la historia y será parte del misterio que la rodea. Un triángulo de personajes que mantendrán diálogos ampulosos y poéticos dentro de una puesta en escena tan teatral como cinematográfica serán el eje de la primera ficción de Matías Herrera Córdoba.
Desde el principio el autor invita al espectador a ser parte de un juego de artificios. En El grillo todo es exagerado. Diálogos pomposos, escenas propuestas desde la teatralidad y situaciones que no se saben muy bien si son parte de una fantasía o una realidad conforman este film fascinante de concesión filosófica donde se debate la cotidianidad de la intimidad.
Los actores emanarán parlamentos desde un tono teatral que poco tienen que ver con la realidad y que el director se las ingeniará para registrar con una cámara en mano, largos planos secuencias y primeros planos. En contrapartida la imagen estará trabajada con un rigor estético de altísima calidad, donde todo será planificado al más mínimo detalle.
Los antecedentes más cercanos a El grillo podrían ser Cornelia frente al espejo (Daniel Rosenfeld, 2012), o La mujer rota (Sebastián Faena, 2005), dos películas que mucho no se parecen pero que en ambos casos trabajan el artificio cinematográfico a través de la teatralidad.
El grillo tiene momentos sublimes. La escena de la canción es uno de ellos y tal vez podría heber sido ideal para ese mágico final que no fue. Pese a eso es brillante.