El llamado telúrico.
La venganza ha sido el motor de las acciones de los hombres desde tiempos inmemoriales, encontrándose en su mayor esplendor en la tragedia griega. En la mayoría de las idiosincrasias culturales la venganza es parte de la vida cotidiana en la forma de un reclamo visceral de reparación o sacrificio para mantener un balance en las relaciones humanas.
En una carrera de caballos a principios de los años cincuenta en el campo argentino, uno de los jinetes es asesinado por algún espectador de forma artera con un disparo que sale de la multitud y el principal sospechoso es el dueño del caballo contrincante. La madre del jinete le solicita a su nieto que vengue la muerte de su padre y este parte tras una vaga pista por el interior del país para buscar indicios que lo conduzcan al asesino.
Exhausto y perdiendo la única huella, Cali, el hijo en busca de venganza, conoce al capataz de una estancia que le salva la vida, lo cura y lo lleva a trabajar para su patrón. Allí, Cali se enamora de Lucía, la joven hija del estanciero que pasa sus vacaciones en el campo de su padre adinerado tocando el piano, que lo hace olvidar su ansia de venganza; pero el asesino sigue suelto y la historia de amor entre un peón y la hija de su patrón está destinada a la tragedia.