El lenguaje del facón
De la misma forma que en Aballay el hombre sin miedo el detonante para el desarrollo de la acción surgía de la venganza, el móvil que arrastra al protagonista joven de esta historia, Cali (Abel Ayala), pensada y escrita por el cantante Horacio Guaraní también es la venganza por la muerte de su padre durante una carrera de caballos.
El grito en la sangre cuenta entre sus claves con la dirección de Fernando Musa, esta vez completamente alejado de sus mundos adolescentes como ocurría en Fuga de cerebros (1988) o Chiche bombón (2004) para sumergirse campo adentro y abrazar las coordenadas del western y la impronta gauchesca. El resultado de la empresa es positivo al contar con un elenco sólido y la sorprendente participación de un Horacio Guaraní que logra establecer de inmediato un vínculo interesante con Cali, primero ocupando el espacio vacío de un padre, pero destilando cierta ambigüedad a lo largo de la trama que propone su personaje muy bien escrito.
La historia de amor con ribetes de tragedia al enfrentar clases también gana intensidad gracias a Florencia Otero en el rol de Lucía, quien despierta el contraste sensible ante un universo atravesado propiamente por el machismo de la época –estamos en 1950 en pleno campo- y la hostilidad con la que estos hombres dirimen sus cuentas pendientes con el lenguaje del facón.
No puede dejar de destacarse y tratándose de una película donde la geografía es fundamental el excelente trabajo de fotografía de Jorge Crespo (de acuerdo a los créditos del film), así como las cuidadas panorámicas para resaltar la belleza del paisaje y el esmerado trabajo en el tratamiento de imagen para hacer de esta película una obra de calidad, salvo algunas deficiencias en el guión pero que son detalles menores a la hora del balance integral de la propuesta.