Estrenada recientemente en todas las salas del país, El hijo es la nueva película del director de cine y guionista argentino Sebastián Schindel, quién obtuvo un importante reconocimiento a partir de su filme anterior El patrón, radiografía de un crimen (2014). En esta ocasión contó nuevamente con Joaquín Furriel como protagonista de la historia, sumándose al elenco actores como Martina Gusmán, Luciano Cáceres, Regina Lamm y la actriz noruega Heidi Toini.
La historia en El hijo gira en torno a la vida de Lorenzo (Furriel), un pintor que está en medio de un proceso de reconstrucción de su vida, ya que su ex mujer se mudó a Canadá y se llevó con ella a sus dos hijas, alejándolas de su padre. La espera de un hijo con su actual pareja Sigrid (Toini) lo tiene en estado de ansiedad, especialmente porque sabe que es su gran oportunidad de reconstruir su vida y seguir adelante. No obstante, a medida que avanza el embarazo, la actitud de Sigrid se va tornando cada vez más extraña, demostrando un comportamiento obsesivo y extremadamente controlador, lo que progresivamente irá empeorando y generando un conflicto mayor en la pareja. El nacimiento del bebé en lugar de representar un alivio, evidenciará ciertos trastornos en la joven, quien mantendrá cada vez más alejado a su nuevo hijo de Lorenzo, causa que lo irá devastando lentamente. Con la ayuda de Julieta (Gusmán), una ex alumna y amante que en la actualidad ejerce de abogada, y su actual pareja (Cáceres), tratará de no caer en la locura y poder lograr ver a su hijo.
Intercalando momentos del pasado y presente (o presente y futuro, depende la perspectiva que uno prefiere), Schindel logra una interesante, dinámica y efectiva manera de mostrarnos progresivamente como la vida de Lorenzo se irá convirtiendo en un infierno. Podemos decir que por momentos la estructura de El Hijo, con fuertes tintes de thriller, evoca a películas de Roman Polanski como El bebé de Rosemary o El inquilino quimérico, plasmando una atmósfera lúgubre y bastante oscura, y manteniendo la expectativa al límite durante los 90 minutos de duración del filme. Otro de los grandes aciertos de Schindel se da en el camino que decide tomar en el desenlace, y en la forma en que lo hace, dejando al criterio del espectador atento las conclusiones, no dando nada por hecho, sino que mostrando posibilidades a través de pequeñas pistas esparcidas. A la vez logrará un delineado casi perfecto de cada uno de los personajes, lo que invita a sentirnos un poco parte de esta historia, desde la construcción del protagonista (podemos decir que Furriel cumple de gran manera), pasando por los secundarios Toini, Lamm y Cáceres, hasta la siempre destacada Martina Gusmán, fundamental sus aportes en la trama. Sin duda estamos ante una de las grandes producciones nacionales de este año.