Cuento de amor, locura y límites
Cualquier padre puede decir sin dudar que su temor grande es perder a su hijo. Quien haya visto a un adulto en búsqueda de su hijo en una playa o algún otro espacio público, sabe que la desesperación, aunque sea por breve tiempo, puede apoderarse de alguien y llevarlo al límite. “El hijo” es un thriller de suspenso que intenta jugar con los extremos, sobre lo que creemos, lo que nos pueden hacer creer y la realidad sobre nuestro entorno. Lorenzo ( Joaquín Furriel) está encarcelado y llama a su amiga Julieta (Martina Gusman), una abogada que es la única persona en la que puede confiar.
Joaquin Furriel.
Al contarle su historia, por la que fue encerrado, le pregunta si le cree, a lo que ella responde “yo creo que vos lo creés”. Así da pie a la historia de este pintor atormentado que intenta rehacer su vida junto a Sigrid (Heidi Toini), una bióloga noruega, con la que planea tener un hijo, y que tiempo más tarde vive un infierno por esa familia deseada. Lorenzo, por sus problemas con el alcoholismo, perdió a sus dos hijas cuando su madre se las llevó a Canadá. Por ello Sigrid es su segunda oportunidad.
Cuando queda embarazada, la mujer va a ver a tres obstetras, denostando una personalidad sumamente obsesiva, que se va acrecentando con el correr del tiempo. Sigrid unilateralmente decide que el parto será en su casa, sin presencia de médicos y con la sola presencia de Gudrun (Regina Lamm), quien fue su niñera en Noruega. Ellas dos controlarán todo lo que tenga que ver con el embarazo, incluso hablando en su lengua delante de Lorenzo, marginándolo por completo.
Martina Gusman.
Por culpa y necesidad, Lorenzo se enoja pero las deja planificar a su antojo, tal es su deseo de volver a tener una familia. Cuando el pequeño nace, todo se agrava, y, como si se tratara de un plan minuciosamente calculado, el padre es completamente apartado de la crianza del bebé. En la primera oportunidad que tiene de verlo, tras tres meses de distanciamiento, al encontrarse con el pequeño, asegura que no es su hijo y pierde por completo la cordura.
Todo ello derivará en una historia de misterio y locura. Basado en el libro de Guillermo Martínez, de mismo nombre “El hijo”, no tiene muchos más recursos que los conocidos del mismo género cinematográfico, pero se apoya en dos bases: la primera, es la actuación de Furriel, y eso proviene de que su director, Sebastián Schindel, ya había trabajado con Joaquín en “El patrón: Radiografía de un crimen”, filme en el que ya había precisado del enorme talento del actor para hacer creíble la historia.
Joaquin Furriel.
En segundo lugar, también se aprovecha el hecho de que el argumento y género no fue muy desarrollado en la industria nacional, por lo que la propuesta es llamativa desde ese punto. Un largometraje más que recomendable pues en tan sólo 90 minutos, la película se las arregla para atravesar por el drama, la ansiedad, la locura y el misterio.