Sin Michael Douglas, “Un hombre solitario” (“Solitary Man”) no tendría probablemente trascendencia alguna. No sólo porque desde el título del film se sabe que toda la historia gira alrededor de su personaje, sino también porque su interpretación es sencillamente estupenda. Es lícito preguntarse cuánto, de lo que le sucede a Ben Kalmen en la película, se basa en aspectos autobiográficos del actor. A la conocida fama de mujeriego y adicto sexual de ambos, actor y personaje, se agrega una cruel situación actual (muy mediática) que lo tiene con un problema de salud. No deja de ser una ironía del destino que al comienzo de la película a Ben, su médico le señalé también un problema, mismo siendo diferente del que acaba de ser diagnosticado. Claro que “Un hombre solitario” fue filmado hace más de un año, habiendo sido presentada en el Festival de Toronto en setiembre 2009.
Michael Douglas siempre se resistió a ser solamente conocido como el hijo de Kirk y al hacer un balance (parcial) de su carrera artística puede decirse que logró superar dicho estigma. Con el padre sólo compartió dos films: su debut en 1966 en “La sombra de un gigante” (“Cast a Giant Shadow”), donde su nombre ni siquiera figuraba en el reparto y “Herencia de familia”, donde confluyen tres generaciones (sus padres Kirk y Diana) y su hijo Cameron y que fue un divertimento y la oportunidad de reencuentro con sus progenitores. Pero el actor no será recordado por los dos films antes nombrados, sino por grandes éxitos de público como “Atracción fatal”, “Bajos instintos” o “Acoso sexual”, donde además invariablemente su actuación fue memorable. Y se podría seguir nombrando otros títulos importantes tales como: “Tras la esmeralda perdida” y su secuela “La joya del Nilo”, “Wall Street”, “Lluvia negra”, “Un día de furia” “El juego”, “Fin de semana de locos” o “Traffic” y la que ahora nos ocupa para redondear una docena de sus menos de cuarenta largometrajes. Lo que significa que hoy con 65 años de edad y 45 de actuación, desde su debut, ha habido mayoría de obras relevantes en su carrera.
En esta oportunidad quienes lo dirigen, Brian Koppelman (también guionista) y David Levien, son prácticamente dos desconocidos (es su segundo largometraje conjunto) y el trabajo que despliegan es discreto y la duración de la obra, apenas 90 minutos, poco habitual en el cine norteamericano. La gran virtud de directores y guionista es haber contado con un grupo de artistas mayores, en roles en su mayoría menores. Susan Sarandon aparece en pocas oportunidades, como la ex de Kalmen, pero cada vez que lo hace luce. Aún mejor le va a Danny De Vito como un amigo (lo es además en la vida real) que asiste al ex hombre exitoso, cuando el mundo se le desmorona. Varios jóvenes se destacan: Jenna Fisher como la hija, Jesse Eisenberg (“Historias de familia”) y sobre todo la bella Imagen Poots como la hija de su pareja (Mary-Louise Parker), cuya seducción inicia la caída.
Hay diálogos filosos como los que entabla con su ex, quien le echa en cara que lo único que persigue en su vida son mujeres (y muy jóvenes). O el comentario que Marie-Louise Parker le hace cuando le dice que “no cambia las cosas cuando funcionan” y la advertencia, más bien amenaza, cuando le exige que “se mantenga lejos de su familia”, en clara alusión a la hija de ella. “Un hombre solitario” se cierra de una manera que, aunque no revelaremos, parece coherente con el resto de la trama.