Causa bastante gracia, pinta bien a su generación, y también hace pensar un poco esta comedia levemente dramática sobre un tipo bien educado, bien formado, pero sin trabajo estable, que encima descubre que la mujer de su vida quiere otra clase de vida, preferiblemente sin él. A partir de ahí, mientras sobrelleva “una “pausa de reflexión de la pareja”, el infeliz deberá pedirle alojamiento a sus amistades, rotando para no cansar a nadie. Sin quererlo ni desearlo verá entonces que ninguna disfruta de una relación perfecta. Todo el mundo se siente en crisis y cada cual piensa primero en sí mismo. Sólo sus padres parecen estables, se entienden bien y siguen eternamente juntos (por ahora).
Aunque liviana, la obra señala con amable acierto y buen humor algunos problemas actuales de la vida en común. Simpática, pequeña, apenas con alguno que otro lunar, es la segunda película de Darío Chiarini. El cantautor Brunori Sas aporta su tema “Un error de distracción”. Quizás en la primera estrofa de esa canción esté la moraleja para unas cuantas parejas en crisis: “Un día entenderás/ que no había nada que cambiar / nada que rehacer. / Bastaba solo tener/ paciencia, que las cosas, cada cosa/ se ajustasen por sí mismas”. Pero qué pareja tiene paciencia, hoy en día.