Basada en el libro Black Klansman (memorias de Ron Stallworth, primer detective afroamericano de Colorado Spring), la trama reconstruye cómo Stallworth logra infiltrarse en el mismísimo Ku Klux Klan. La gran particularida de esta misión es que el doble agente es negro y pincha de modo efectivo los recursos de la organización racista más grande y nefasta en la historia de los Estados Unidos.
Con una minuciosa ambientación en la década del setenta, Lee nos propone un recorrido a través de los dos bandos: los blancos defensores de la supremacía aria y los defensores del poder negro. La tensión entre ambos bandos está presente a lo largo de las más de dos horas de película y desemboca en un epílogo completamente desalentador sobre el mundo contemporáneo. El humor está a la orden del día y juega en absoluta coherencia con la premisa de la trama: a través de los contrastes. Logra mostrarnos que la tensión racial es tan absurda como extrema, y es una especie de caza de brujas que, lejos de desaparecer, se encuentra cada vez más en auge, de la mano de los cada vez mas gobiernos de derecha a lo largo y lo ancho del mundo. Además sabe generar un espacio para mostrar cierta emergencia de preocupaciones de género que, más allá de las raciales, trazan otra brecha de desigualdad: los arios y los afroamericanos, los hombres y las mujeres.Y desnuda también los entramados de abuso de poder que se dan dentro de las fuerzas policiales.
LO MEJOR: El ritmo para la comedia y las actuaciones, sobre todo de Adam Driver, quien interpreta a un detective judío que debe fingir odio hacia su colectividad para hacer que la investigación avance.
LO PEOR: Algunos movimientos d e cámara te hacen salir de la película para pensar en su plan de rodaje. La cámara va y viene en un travelling lateral en algunas oportunidades, y uno se distrae de la historia para pensar “aaah, esto lo grabaron después de lo anterior”.