La historia real de un policía negro que logró infiltrarse en el Ku Klux Klan da lugar a una de las mejores películas de Spike Lee. John David Washington (hijo de Denzel) interpreta al primer policía afroamericano de Colorado Springs, una ciudad que a comienzos de la década de 1970 empieza a verse convulsionada por conflictos raciales, justo en el momento en el que Richard Nixon se postula para presidente. El joven oficial, con formación universitaria, no cumple una función demasiada clara dentro del reaccionario cuerpo de policía, hasta que un día tiene la idea de chequear las actividades de la filial local del KKK. Como cerebro de la operación, idea un plan en el que el habla telefónicamente con distintos líderes de la organización racista por excelencia, adiestrando a su colega Adam Driver -un policía judío- sobre cómo debería comportarse en el momento de ver a los encapuchados cara a cara.
El plan, por delirante que parezca, sale bien, pero lógicamente implica riesgos cada vez mas temerarios. La historia tiene la estructura de un policial de suspenso, pero con los ingredientes sociales que caracterizaron desde siempre el cine de Spike Lee, quien juega en los límites del humor macabro y la incorrección política en escenas como el festejo del Klan, que tiene como momento culminante una función de su película favorita, "El nacimiento de una nación" de David W. Griffith. Sin dejar de incluir explosiones emotivas, como un intenso monólogo del venerable Harry Belafonte contándole a los jóvenes cómo era vivir en una sociedad racista. Las actuaciones, la ambientación de época, y el actual mensaje final no tienen desperdicio.